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| En ultimo adió a Marcelino Camacho, por la calle de Alcalá de Madrid, el 30 de octubre de 2010. |
Marcelino Camacho Abad, nació
en La Rasa, (Soria), el 21 de enero de 1918 y murió en Madrid a la edad de 92
años, el 29 de octubre de 2010. Hijo de Guardagujas y de Guardabarrera, trabajo
cerca de un año en el ferrocarril, en la línea de Valladolid a Ariza, en concreto
en la estación de Osma-La Rasa (Soria). Ingreso de Aspirante a Factor en
1935 y fue el golpe de estado de julio de 1936 el que hizo que Marcelino no
fuera ferroviario de pleno derecho.
A raíz del golpe de estado, junto
a otros ferroviarios, cortó las vías del tren para impedir el avance
franquista. Durante los tres años de la guerra civil lucho en el bando
republicano. Al finalizar la guerra fue juzgado por ir voluntario a defender
la República y condenado a trabajos forzados en diferentes lugares. En
1944 se fuga y se marcha a Argelia, donde conocería a Josefina Samper con
la que se casaría en 1948.
En 1957, tras ser indultado, regresó a España y comenzó a trabajar de metalúrgico en la Perkins. Fue elegido representante sindical de los trabajadores de su empresa y fue uno de los impulsores de las CCOO clandestinas. Por sus actividades sindicales y políticas fue encarcelado a partir de 1967 en varias ocasiones. Salió indultado a finales de 1975, tras ser condenado en el Proceso 1001, o “Los diez de Carabanchel”, proceso judicial, en el que la dictadura franquista juzgó a la dirección nacional de CCOO, condenando a sus dirigentes a 164 años de prisión.
Aun en la clandestinidad, el 11
de julio de 1976, en la Asamblea Nacional de CCOO en Barcelona, constatada la
imposibilidad de crear un sindicato unitario, que era la propuesta de CCOO, se
decide dar el paso de movimiento a organización sindical y se propone la
creación de la Confederación Sindical de Comisiones Obreras y pocos meses después
se elige a Marcelino Camacho coordinador general del sindicato.
Las resoluciones de la Asamblea
de Barcelona, culminó, en junio de 1978, con el primer congreso de CCOO,
congreso en el que fue elegido como secretario general Marcelino Camacho, cargo
que ostentó hasta 1987. Después y hasta 1991 continuo en la dirección
confederal como presidente de honor.
Como decía antes, Marcelino
falleció el 29 de octubre de 2010, siendo velado en el Auditorio que lleva su
nombre (salón de actos de CCOO de Madrid), y al día siguiente miles de personas
le dijimos hasta siempre en la Puerta de Alcalá de Madrid, lugar donde los
primeros años de la democracia terminaban los 1º de mayo. El mismo lugar donde
Marcelino dio durante varios años sus mejores mítines sindicales.
Aquel sábado lluvioso, en que le dimos
el último adiós, una marea de chubasqueros rojos avanzó lentamente por las
calles de Madrid hasta llegar a la Puerta de Alcalá donde se gloso la lucha del
histórico sindicalista por los derechos de la clase obrera. (Ver video pichando aquí ).
Aparte de la afinidad ideológica
y sindical con Marcelino, visto desde el lado humano, en mi caso había otro
plus añadido, el profesional: ser o proceder de familia ferroviaria une mucho.
Como comentaba, Marcelino se crio
en una casa del ferrocarril, le llamaban "casilla", en la estación
Osma-La Rasa. Su padre trabajó de guardagujas y su madre de guardabarrera.
Marcelino estuvo de aspirante a factor. Mi padre también trabajo de guardagujas
y también me críe en una casa, “casilla”, del ferrocarril extremeño, e ingrese
en Renfe de factor. Y también me cabe el honor de haber contribuido a que
aquella “casilla”, donde Marcelino vivió en la infancia y parte de la
adolescencia, la pudiera disfrutar ya de mayor con su querida familia, en especial
con su simpar y gran mujer Josefina Samper.
Son muchas las ocasiones que he
coincidido con Marcelino, tanto en el sector ferroviario, como en otros lugares
comunes del sindicato o en los cientos de movilizaciones que los sindicatos de
clase han protagonizado en nuestro país y en mi caso sobre todo en Madrid.
Para un breve artículo de opinión
tampoco se trata de dar pelos y señales de todas y cada una, pero recuerdo con
mucho cariño una manifestación que realizamos en Bruselas los ferroviarios
europeos en defensa del ferrocarril en abril de 1985.
Salíamos de la estación de
Madrid-Chamartín a las tantas de la noche y allí sorpresiva y agradablemente
nos encontramos a Marcelino que sin previo aviso, media hora antes de arrancar
el tren, fue a despedirnos y desearnos lo mejor en nuestro viaje.
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En la estación de Madrid-Chamartín, en abril de 1985. De
izquierda a derecha, Marcelino Camacho, Manuel Fernández Aller, Francisco
Naranjo y otros y otras compañeras del sector ferroviario |
Algunas personas pensaran, que
“era su obligación” o quizás “que tontería”, pero en aquellos años
que el Secretario General del primer sindicato de este país fuera a despedir a
un grupo de jóvenes sindicalistas ferroviarios era lo más. Personalmente aún se
me humedecen los ojos cuando lo recuerdo y nunca lo he olvidado. Seguro
que el centenar de ferroviarios, la mayoría sindicalistas, que íbamos en aquel
tren, tampoco.
Igualmente, tampoco olvidare y lo
recuerdo con mucho afecto, que desde que nos conocimos en el primer congreso de
los ferroviarios de CCOO en 1978, Marcelino, cada vez que nos veíamos siempre,
aunque hubieran pasado más de 30 años, me hacia la misma pregunta: ¿qué tal los
ferroviarios?
En la última etapa de su vida iba
frecuentemente a verlo, acompañado por mi compañera Isabel. La última vez que
estuvimos en su casa, aun en vida de Marcelino, fue en junio del año 2010, pocos
meses antes de su fallecimiento. Todo el mundo que los conoció a Marcelino y
Josefina, sabe que son entrañables y su mayor preocupación es que te sientas a
gusto y feliz en el rato que estes allí. Lo que más le disgusto a Josefina aquel
día es que no tuviera magdalenas, sus famosas magdalenas, que en otras
ocasiones nos ponía con el café, fuera la hora que fuese.
Marcelino estaba como siempre,
con el periódico “El País” encima de la mesa camilla, subrayando las
noticias que consideraba interesantes, pero por esas fechas no pasaba de las
primeras páginas. En esa época en la portada estaban todas las noticias
importantes para él.
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| Con Marcelino y Josefina, en su casa, en junio de 2010. |
Lo que, si era para Josefina “santo
de su devoción”, de esta nueva casa, -aunque fuera atea-, era la cocina.
Muy satisfecha nos la enseñaba y decía orgullosa: “algunas veces incluso
comemos en ella”. Para comprender el entusiasmo de Josefina hay que tener
en cuenta que esta cocina tendría unos seis metros cuadrados y ellos venían de Carabanchel,
de su casa de toda la vida, construida en los años sesenta, de menos de 60
metros cuadrados en total, cuya cocina como era lógico iba en proporción.
Para conocer el perfil humano de
estas dos grandes personas tan cercanas y cordiales, creo que, con un par de
pinceladas, es suficiente. A mí siempre me impactaron los dos, de ahí que nunca
he concebido a Marcelino sin Josefina y tampoco a Josefina sin Marcelino, A
partir de su fallecimiento Josefina no tenía a Marcelino, pero nos tuvo a un
montón de amigos y amigas.
Para finalizar, recordar para que
todos y todas lo tengamos en cuenta, -según nos contó Josefina, en la despedida
a Marcelino en la puerta de Alcalá-, que con motivo de la visita de una vecina
al hospital donde falleció unos días después, la mujer se quejaba de algo que
la había pasado, Marcelino con un hilo de voz le dijo: "Si uno se
cae, se levanta inmediatamente y sigue adelante".
Guardo como un tesoro orgullosamente,
los libros de Marcelino "Charlas en la prisión" y
“Confieso que he luchado”, especialmente por las cariñosas y encantadoras
dedicatorias, porque Marcelino no era de las personas que dedican un libro con
la clásica frase " con afecto a fulanito, etc, etc", no, no,
Marcelino te lo dedicaba escribiendo media pagina, pensando en ti, en lo que
había vivido contigo y si además te daba un consejo, mejor que mejor, con la
dedicatoria escrita con una caligrafía firme y fuerte que ya nos gustaría tener
a la mayoría de nosotros.
En fin, termino: DEP, querido compañero
y amigo Marcelino, ejemplo de sindicalista, gracias por todo lo que nos
enseñaste en vida, eras una gran persona, que has pasado a la historia como un
referente de lucha obrera por la libertad y la democracia de nuestro país, pero
también por lo mucho que luchaste por defender a las personas más
desfavorecidas. Puedes estar seguro que aquí en la tierra siempre te
recordaremos.
Francisco Naranjo Llanos,
director Fundación Abogados de Atocha (2013-2024) y sindicalista de CCOO.



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