la flor del granero:
trigo rubio, más rubio que el oro
que d'América trajo el agüelo;
trigo rubio que en pan convirtiera
la Jambre, si Amor no anduviera por medio…
trigo rubio, más rubio que el oro
que d'América trajo el agüelo;
trigo rubio que en pan convirtiera
la Jambre, si Amor no anduviera por medio…
...del poema LA SEMENTERA,
de Luis Chamizo)
Después de escribir hace un par de semanas la entrada del blog sobre la guerra civil en Extremadura, unos días después y por azares del destino, por pura coincidencia, mi nieto me pregunto que quien reinaba en España cuando yo era pequeño. Lógicamente yo le conteste que en aquel tiempo, los años cincuenta, no reinaba nadie en nuestro país, pues entonces éramos “gobernados” por la dictadura franquista, un régimen dictatorial militar. Y ya puestos le conté algunas de las cosas que yo mismo viví, algunas anécdotas, eso sí dulcificándolas y aun así mi nieto, con nueve años, le parecían increíbles.
Esto que cuento me da pie a reiterar lo necesario que es que todos conozcamos la historia, nuestra historia real y después que cada cual opine lo que considere oportuna. En fin, aquí voy a contar algunas de las cosas que le conté a mi nieto y otras que no se las conté porque considere que aun es pequeño para comprenderlas.
Como todo el mundo sabe, o debería saber, después del sangriento y cruel golpe de estado y posterior guerra civil que finalizo con el triunfo del fascismo en 1939, los españoles vivieron una de las épocas más trágicas desde los años cuarenta hasta más allá de los cincuenta, en cuanto a pasar hambre, pues en cuanto a la represión fue mucho más allá, hasta prácticamente la muerte del dictador en 1975, pues como se recordara Franco firmo las ultimas penas de muerte de cinco jóvenes por motivos políticos, jóvenes que fueron ejecutados el 27 de septiembre de 1975..
Después de la guerra una recesión económica hizo estragos en un país dividido y maltrecho, donde, según las estadísticas más fiables, de una población de 26 millones de habitantes cerca de 400.000 habían tomado el camino del exilio, casi otro tanto abarrotaban las cárceles del gobierno fascista y más de la mitad de la población restante pasaba hambre, por falta del principal componente familiar que pudiera trabajar, muerto en la contienda o preso.
A mediados de 1939 se implanta el racionamiento de la población y pronto se comprobó que los alimentos suministrados carecían del mínimo necesario para la subsistencia ya que estaban compuestos de forma predominantes por garbanzos, patatas, boniatos, pastas para sopas, bacalao y muy de tarde en tarde por carne de membrillo, chocolate terroso incomestible y jabón.
El déficit de hidratos de carbono y grasas, así como la carencia de vitaminas, calcio y hierro era evidente. El pan, que antes era el alimento base de las familias modestas, se convirtió en otro apreciado artículo de lujo ya que para aquellos que tenían una cartilla de racionamiento, era de unos 100 gramos. Tras este desastre alimenticio floreció un mercado negro de productos que por sus precios sólo estaban al alcance de privilegiados afectos al régimen fascista; el resto de la población se convirtió en devoradores de almortas, altramuces, salazones y castañas.
Ricardo de la Cierva en su ‘Historia del Franquismo’, historiador afecto al régimen, cuenta que “sólo” hubo treinta mil muertos de hambre entre los años 1940 y 1946, claro está que él no tuvo en cuenta aquellos certificados de defunción que encubrían vergonzosamente como otras causas lo que era evidente, como consta por referencias de facultativos de la época. Esto es síntesis lo que ocurrió en los llamado años del hambre en España.
Yo, que como contaba en la anterior historia en el blog de ronteky, como era hijo de “vencedor” por las circunstancias descritas en esa historia, no pase esas calamidades y no recuerdo haber pasado hambre, Me explico:
Mi padre una vez finalizada la guerra volvió a su anterior trabajo, jornalero del campo extremeño, en un pequeño pueblo de Badajoz: Esparragalejo. En 1941 ingreso en el ferrocarril, de auxiliar de obrero de vías y obras, con un salario de 7 pesetas diarias. Para hacernos una idea de lo que significada ese sueldo, decir en esas fechas un litro de aceite de oliva valía también cerca de 7 pesetas y el salario mínimo era de 5,95 pts.
Con mi padre y mi hermano en los años cincuenta
En cuanto a mis vivencias sobre los años cincuenta, recuerdo cosas como que durante muchos días, prácticamente la mitad de cada mes, con la comida de medio día: cocido de garbanzos, teníamos para el almuerzo, la cena y el desayuno. Es decir garbanzos en el almuerzo, sopas de garbanzos por la noche y el tocino para las tostadas del desayuno. Un día sí y otro también.
Otras cuestiones de las que recuerdo con nitidez eran los muchos resfriados que cogía todos los inviernos debido sobre todo a que hasta la edad de 10 o 12 años no tuve zapatos, siempre iba con alpargatas o con sandalias de goma con los dedos de los pies al aire. Cuando me compraron los primeros zapatos fueron los famosos gorila, de segarra, los de la pelotita verde, con un par de números más de mi pie, pues tenían que durarme dos o tres años. Zapato-bota, que servian para invierno y para verano, por cierto calzado que llevo puesto en la fotografia.
Para que os hagáis una idea general de la situación os contare que en un momento dado, cerca de los años sesenta, conseguimos tener una cabra que hacía posible que tuviéramos leche fresca casi todos los días. Pues bien mi padre decidió que tenía que vender la cabra pues esta daba cada vez menos leche.
Cuando ya estaba en trámites de venderla no quedo otro remedio que confesar que la culpa de que la cabra no diera leche no era de ella, sino de nosotros –mi hermano y yo- que por la noche antes de acostarnos íbamos a su cuadra y nos bebíamos la leche directamente desde sus ubres y claro era lógico que al día siguiente a primera hora la pobre cabra diese poquísima leche, pues como decía Bertol Brech: "entre los vencidos, el pueblo llano pasaba hambre; entre los vencedores, el pueblo llano la pasó también".
Pero a pesar de todo esto que cuento, que quede claro que yo no pase hambre en la posguerra al ser hijo de “vencedor”, algo de necesidades quizá, pero ni punto de comparación con lo que pudieron pasar los hijos de los vencidos, especialmente en las fechas que se llamo “los años del hambre”.
RONTEKY