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Presiento que tras
la noche
Vendrá la noche más larga
Quiero que no me abandones
Amor mío, al alba
(de la canción “Al
Alba” de Luis Eduardo Aute)
En estos días se cumple el 50 aniversario
de los últimos asesinatos de cinco jóvenes por parte de una cruel dictadura
franquista. Fue el 27 de septiembre de 1975 cuando por orden de un tribunal militar
franquista, con el V.B de un consejo de gobierno presidido por Arias Navarro,
cuyo ministro de Gobernación, persona que firmó el decreto de pena de muerte, era
Fraga Iribarne, después fundador de AP y presidente del PP, ese partido político
que nunca ha condenado la dictadura franquista y que, junto con VOX, aun la
añora.
Los jóvenes que semanas antes
fueron sentenciados a muerte y después fusilados, eran Humberto Baena, José
Luis Sánchez Bravo, Ramón García Sanz, Juan Paredes (Txiki) y Ángel Otaegui.
Los cinco eran militantes del FRAP y de ETA y fueron ejecutados en fusilamientos
sincronizados en Madrid, Barcelona y Burgos. Estos fueron los últimos asesinados
por la dictadura franquista, un par de meses antes, de la muerte del dictador Francisco
Franco.
En los días anteriores a los
fusilamientos, todos los que nos consideramos demócratas confiábamos que se conmutara
la pena de muerte, pues hasta el papa Pablo VI, pidió clemencia por los cinco
jóvenes condenados a muerte, pero Franco ignoró esa petición y otras muchas que
le llegaron, llevando a cabo los fusilamientos de los cinco jóvenes el citado 27
de septiembre de 1975. (El País ha realizado un interesante reportaje sobre estos
fusilamientos, titulado “Las ultimas balas del franquismo”).
La veintena de abogados
defensores que se prestaron a su defensa, poco pudieron hacer, aparte de denunciar
lo que estaba pasando públicamente. Paca Sauquillo, -compañera y amiga- una
de las abogadas defensoras, ha comentado sobre el “juicio sumarísimo” de Madrid:
“No les podíamos dejar abandonados. El tribunal no pudo probar la acusación,
pero no tuvo compasión”.
La incomunicación que sufrían sus
defendidos, hacía que la relación con ellos fuera mínima y para más inri, los
abogados fueron expulsados de la sala a punta de metralleta, de donde se
celebraba el “simulacro de juicio”, por los militares que presidian el tribunal,
porque hablaban y pedían cosas tales como el sumario. La decisión de pena de
muerte estaba tomada de antemano.
Yo era por aquel entonces un
joven trabajador de RENFE, recién elegido “enlace sindical”, en las
ultimas elecciones del sindicato vertical, celebradas en mayo de ese mismo año,
a través de las “Candidaturas
Democráticas y Unitarias”, impulsadas por CCOO.
Recuerdo con tristeza aquel
crimen de estado, pero poco podíamos hacer, al margen de denunciarlo, pero casi
siempre en voz baja. Los gritos en aquellas fechas, no eran recomendables. No
hay que olvidar que aun estábamos viviendo en una España negra que se resistía
a desaparecer.
Eran tiempos de muchas y varias
luchas sindicales y políticas y de los últimos estertores del franquismo y el
comienzo de la transición modélica, por cierto, que no fue tan “modélica”, que,
según historiadores, entre 1975 y 1983, se produjeron cerca de 600 muertos,
en la gran mayoría de los casos por terrorismo de extrema derecha. Entre ellos
mis compañeros y amigos los Abogados de Atocha.
Pero lo que son las cosas, ese último
cruel y negro Crimen de Estado, es más conocido popularmente por la canción “Al
alba”, una de las composiciones más conocidas del artista Luis Eduardo
Aute. La letra fue escrita por Aute, como una canción de amor en 1973, pero
la cantante Rosa León, tras las condenas a muerte, en sus conciertos, dedico
la canción a los jóvenes condenados y se convirtió en todo un símbolo y un
himno reivindicativo y de protesta, escuchada a luz de las velas, por todos
aquellos que querían cambios en los convulsos tiempos del final de la dictadura
franquista.
“Yo quería hacer una canción
sobre los fusilamientos. Intente hacerla, pero no terminaba de pillar la
perspectiva. Empecé a hacer otras canciones. De repente aparece Al alba,
que es una canción de amor, de una despedida radical. Pero la iconografía
de la canción sugería que el narrador se despedía de su amor porque lo van a
fusilar. Rosa León, arriesgando el pellejo, dedicó la canción a los
condenados a muerte en sus conciertos”. A partir de ahí, la canción quedó
vinculada a los fusilados el 27 de septiembre de 1975, recordaba el propio Aute
en una entrevista, poco tiempo antes de fallecer.
Yo por mi parte decir que siempre
me ha gustado esa canción, tanto cantada por Rosa León como por su autor, Luis
Eduardo, cuando la cantaban en las fiestas del PCE, en el auditorio de la casa
de campo era un clamor, así como en los grandes actos convocados por CCOO.
Por cierto, antes de finalizar
una breve anécdota: El 27 de septiembre de 2014 estuve en Béjar (Salamanca) a
recoger el premio a La Libertad, “Miguel Miñana” que nos otorgó la
Agrupación Socialista Bejarana a la Fundación Abogados de Atocha. El
reconocimiento fue recogido por el presidente de la Fundación, Alejandro
Ruiz-Huerta y el director de la misma, es decir un servidor. Pues bien, a
la hora de los discursos comencé mi intervención con la canción AL ALBA, por
supuesto no cantada por mí, sino por su autor, Aute, a través del teléfono
móvil, consiguiendo, algo de sorpresa sí, pero también un sonoro aplauso. Ese día,
hacía 39 años, que fueron asesinados por la dictadura franquista y era una
forma de tenerlos en nuestro recuerdo y a su vez denunciar al franquismo.
Por mi parte, poco más que decir,
solo que también me gustaría dedicar esta crónica a aquellos jóvenes asesinados,
con mis más sentidas condolencias a sus familiares y amigos, que son los que
sufrieron sus pérdidas y también a una joven que he conocido recientemente,
hija de una querida amiga, fallecida el pasado 8 de marzo de este año y que fue
un referente de la mujer luchadora en el ferrocarril, en la época que
ocurrieron estos asesinatos.
Esta joven, a la que me refiero, se
llama ALBA, nació el día 28 de un mes de septiembre y no por casualidad sus
padres le pusieron de nombre Alba, sino como recuerdo y homenaje a lo que
significa para ellos la canción “Al Alba” de Aute. DEP los jóvenes de esta
historia y también los padres de Alba: Antonio Muñoz y María Jesús Álvarez y
un gran abrazo a Alba y a su familia.
Francisco Naranjo Llanos,
exdirector de la Fundación Abogados de Atocha y sindicalista de CCOO.
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