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LEMA DE ESTA BLOG: ... hay un rayo de sol en la lucha que siempre deja la sombra vencida. (Miguel Hernández)

50 AÑOS DE AQUEL NEGRO 27 DE SEPTIEMBRE

 

Presiento que tras la noche
Vendrá la noche más larga
Quiero que no me abandones
Amor mío, al alba

(de la canción “Al Alba” de Luis Eduardo Aute)

En estos días se cumple el 50 aniversario de los últimos asesinatos de cinco jóvenes por parte de una cruel dictadura franquista. Fue el 27 de septiembre de 1975 cuando por orden de un tribunal militar franquista, con el V.B de un consejo de gobierno presidido por Arias Navarro, cuyo ministro de Gobernación, persona que firmó el decreto de pena de muerte, era Fraga Iribarne, después fundador de AP y presidente del PP, ese partido político que nunca ha condenado la dictadura franquista y que, junto con VOX, aun la añora.

Los jóvenes que semanas antes fueron sentenciados a muerte y después fusilados, eran Humberto Baena, José Luis Sánchez Bravo, Ramón García Sanz, Juan Paredes (Txiki) y Ángel Otaegui. Los cinco eran militantes del FRAP y de ETA y fueron ejecutados en fusilamientos sincronizados en Madrid, Barcelona y Burgos. Estos fueron los últimos asesinados por la dictadura franquista, un par de meses antes, de la muerte del dictador Francisco Franco.

En los días anteriores a los fusilamientos, todos los que nos consideramos demócratas confiábamos que se conmutara la pena de muerte, pues hasta el papa Pablo VI, pidió clemencia por los cinco jóvenes condenados a muerte, pero Franco ignoró esa petición y otras muchas que le llegaron, llevando a cabo los fusilamientos de los cinco jóvenes el citado 27 de septiembre de 1975. (El País ha realizado un interesante reportaje sobre estos fusilamientos, titulado “Las ultimas balas del franquismo”).

La veintena de abogados defensores que se prestaron a su defensa, poco pudieron hacer, aparte de denunciar lo que estaba pasando públicamente. Paca Sauquillo, -compañera y amiga- una de las abogadas defensoras, ha comentado sobre el “juicio sumarísimo” de Madrid: “No les podíamos dejar abandonados. El tribunal no pudo probar la acusación, pero no tuvo compasión”.

La incomunicación que sufrían sus defendidos, hacía que la relación con ellos fuera mínima y para más inri, los abogados fueron expulsados de la sala a punta de metralleta, de donde se celebraba el “simulacro de juicio”, por los militares que presidian el tribunal, porque hablaban y pedían cosas tales como el sumario. La decisión de pena de muerte estaba tomada de antemano.

Yo era por aquel entonces un joven trabajador de RENFE, recién elegido “enlace sindical”, en las ultimas elecciones del sindicato vertical, celebradas en mayo de ese mismo año, a través de las “Candidaturas Democráticas y Unitarias”, impulsadas por CCOO.

Recuerdo con tristeza aquel crimen de estado, pero poco podíamos hacer, al margen de denunciarlo, pero casi siempre en voz baja. Los gritos en aquellas fechas, no eran recomendables. No hay que olvidar que aun estábamos viviendo en una España negra que se resistía a desaparecer.

Eran tiempos de muchas y varias luchas sindicales y políticas y de los últimos estertores del franquismo y el comienzo de la transición modélica, por cierto, que no fue tan “modélica”, que, según historiadores, entre 1975 y 1983, se produjeron cerca de 600 muertos, en la gran mayoría de los casos por terrorismo de extrema derecha. Entre ellos mis compañeros y amigos los Abogados de Atocha.

Pero lo que son las cosas, ese último cruel y negro Crimen de Estado, es más conocido popularmente por la canción “Al alba”, una de las composiciones más conocidas del artista Luis Eduardo Aute. La letra fue escrita por Aute, como una canción de amor en 1973, pero la cantante Rosa León, tras las condenas a muerte, en sus conciertos, dedico la canción a los jóvenes condenados y se convirtió en todo un símbolo y un himno reivindicativo y de protesta, escuchada a luz de las velas, por todos aquellos que querían cambios en los convulsos tiempos del final de la dictadura franquista.

“Yo quería hacer una canción sobre los fusilamientos. Intente hacerla, pero no terminaba de pillar la perspectiva. Empecé a hacer otras canciones. De repente aparece Al alba, que es una canción de amor, de una despedida radical. Pero la iconografía de la canción sugería que el narrador se despedía de su amor porque lo van a fusilar. Rosa León, arriesgando el pellejo, dedicó la canción a los condenados a muerte en sus conciertos”. A partir de ahí, la canción quedó vinculada a los fusilados el 27 de septiembre de 1975, recordaba el propio Aute en una entrevista, poco tiempo antes de fallecer.

Yo por mi parte decir que siempre me ha gustado esa canción, tanto cantada por Rosa León como por su autor, Luis Eduardo, cuando la cantaban en las fiestas del PCE, en el auditorio de la casa de campo era un clamor, así como en los grandes actos convocados por CCOO.  

Al Alba, canción de Luis Eduardo Aute, cantada en el Auditorio Marcelino Camacho, de CCOO de Madrid 

Por cierto, antes de finalizar una breve anécdota: El 27 de septiembre de 2014 estuve en Béjar (Salamanca) a recoger el premio a La Libertad, “Miguel Miñana” que nos otorgó la Agrupación Socialista Bejarana a la Fundación Abogados de Atocha. El reconocimiento fue recogido por el presidente de la Fundación, Alejandro Ruiz-Huerta y el director de la misma, es decir un servidor. Pues bien, a la hora de los discursos comencé mi intervención con la canción AL ALBA, por supuesto no cantada por mí, sino por su autor, Aute, a través del teléfono móvil, consiguiendo, algo de sorpresa sí, pero también un sonoro aplauso. Ese día, hacía 39 años, que fueron asesinados por la dictadura franquista y era una forma de tenerlos en nuestro recuerdo y a su vez denunciar al franquismo.

Por mi parte, poco más que decir, solo que también me gustaría dedicar esta crónica a aquellos jóvenes asesinados, con mis más sentidas condolencias a sus familiares y amigos, que son los que sufrieron sus pérdidas y también a una joven que he conocido recientemente, hija de una querida amiga, fallecida el pasado 8 de marzo de este año y que fue un referente de la mujer luchadora en el ferrocarril, en la época que ocurrieron estos asesinatos.

Esta joven, a la que me refiero, se llama ALBA, nació el día 28 de un mes de septiembre y no por casualidad sus padres le pusieron de nombre Alba, sino como recuerdo y homenaje a lo que significa para ellos la canción “Al Alba” de Aute. DEP los jóvenes de esta historia y también los padres de Alba: Antonio Muñoz y María Jesús Álvarez y un gran abrazo a Alba y a su familia.

Francisco Naranjo Llanos, exdirector de la Fundación Abogados de Atocha y sindicalista de CCOO.

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