LEMA DE ESTE BLOG...

LEMA DE ESTA BLOG: ... hay un rayo de sol en la lucha que siempre deja la sombra vencida. (Miguel Hernández)

15 AÑOS SIN MARCELINO CAMACHO

En ultimo adiós a Marcelino Camacho, por la calle de Alcalá de Madrid, el 30 de octubre de 2010.

Ya estás aquí de pie;
Inquebrantable aliento de nosotros;
Y que dirán ahora los que ayer
Te cubrían de lodo
Cuando habla la razón
No cabe la revancha ni el rencor.
(Estrofa de la canción “Marcelino, que Víctor Manuel  dedico a Marcelino Camacho)

Marcelino Camacho Abad, nació en La Rasa, (Soria), el 21 de enero de 1918 y murió en Madrid a la edad de 92 años, el 29 de octubre de 2010. Hijo de Guardagujas y de Guardabarrera, trabajo cerca de un año en el ferrocarril, en la línea de Valladolid a Ariza, en concreto en la estación de Osma-La Rasa (Soria). Ingreso de Aspirante a Factor en 1935 y fue el golpe de estado de julio de 1936 el que hizo que Marcelino no fuera ferroviario de pleno derecho.

A raíz del golpe de estado, junto a otros ferroviarios, cortó las vías del tren para impedir el avance franquista. Durante los tres años de la guerra civil lucho en el bando republicano. Al finalizar la guerra fue juzgado por ir voluntario a defender la República y condenado a trabajos forzados en diferentes lugares. En 1944 se fuga y se marcha a Argelia, donde conocería a Josefina Samper con la que se casaría en 1948.

En 1957, tras ser indultado, regresó a España y comenzó a trabajar de metalúrgico en la Perkins. Fue elegido representante sindical de los trabajadores de su empresa y fue uno de los impulsores de las CCOO clandestinas. Por sus actividades sindicales y políticas fue encarcelado a partir de 1967 en varias ocasiones. Salió indultado a finales de 1975, tras ser condenado en el Proceso 1001, o “Los diez de Carabanchel”, proceso judicial, en el que la dictadura franquista juzgó a la dirección nacional de CCOO, condenando a sus dirigentes a 164 años de prisión.

Aun en la clandestinidad, el 11 de julio de 1976, en la Asamblea Nacional de CCOO en Barcelona, constatada la imposibilidad de crear un sindicato unitario, que era la propuesta de CCOO, se decide dar el paso de movimiento a organización sindical y se propone la creación de la Confederación Sindical de Comisiones Obreras y pocos meses después se elige a Marcelino Camacho coordinador general del sindicato.

Las resoluciones de la Asamblea de Barcelona, culminó, en junio de 1978, con el primer congreso de CCOO, congreso en el que fue elegido como secretario general Marcelino Camacho, cargo que ostentó hasta 1987. Después y hasta 1991 continuo en la dirección confederal como presidente de honor.

Como decía antes, Marcelino falleció el 29 de octubre de 2010, siendo velado en el Auditorio que lleva su nombre (salón de actos de CCOO de Madrid), y al día siguiente miles de personas le dijimos hasta siempre en la Puerta de Alcalá de Madrid, lugar donde los primeros años de la democracia terminaban los 1º de mayo. El mismo lugar donde Marcelino dio durante varios años sus mejores mítines sindicales.

Aquel sábado lluvioso, en que le dimos el último adiós, una marea de chubasqueros rojos avanzó lentamente por las calles de Madrid hasta llegar a la Puerta de Alcalá donde se gloso la lucha del histórico sindicalista por los derechos de la clase obrera. (Ver video pichando aquí ).

Aparte de la afinidad ideológica y sindical con Marcelino, visto desde el lado humano, en mi caso había otro plus añadido, el profesional: ser o proceder de familia ferroviaria une mucho.

Como comentaba, Marcelino se crio en una casa del ferrocarril, le llamaban "casilla", en la estación Osma-La Rasa. Su padre trabajó de guardagujas y su madre de guardabarrera. Marcelino estuvo de aspirante a factor. Mi padre también trabajo de guardagujas y también me críe en una casa, “casilla”, del ferrocarril extremeño, e ingrese en Renfe de factor. Y también me cabe el honor de haber contribuido a que aquella “casilla”, donde Marcelino vivió en la infancia y parte de la adolescencia, la pudiera disfrutar ya de mayor con su querida familia, en especial con su simpar y gran mujer Josefina Samper.

Son muchas las ocasiones que he coincidido con Marcelino, tanto en el sector ferroviario, como en otros lugares comunes del sindicato o en los cientos de movilizaciones que los sindicatos de clase han protagonizado en nuestro país y en mi caso sobre todo en Madrid.

Para un breve artículo de opinión tampoco se trata de dar pelos y señales de todas y cada una, pero recuerdo con mucho cariño una manifestación que realizamos en Bruselas los ferroviarios europeos en defensa del ferrocarril en abril de 1985.

Salíamos de la estación de Madrid-Chamartín a las tantas de la noche y allí sorpresiva y agradablemente nos encontramos a Marcelino que sin previo aviso, media hora antes de arrancar el tren, fue a despedirnos y desearnos lo mejor en nuestro viaje.

En la estación de Madrid-Chamartín, en abril de 1985. De izquierda a derecha, Marcelino Camacho, Manuel Fernández Aller, Francisco Naranjo y otros y otras compañeras del sector ferroviario 

Algunas personas pensaran, que “era su obligación” o quizás “que tontería”, pero en aquellos años que el Secretario General del primer sindicato de este país fuera a despedir a un grupo de jóvenes sindicalistas ferroviarios era lo más. Personalmente aún se me humedecen los ojos cuando lo recuerdo y nunca lo he olvidado. Seguro que el centenar de ferroviarios, la mayoría sindicalistas, que íbamos en aquel tren, tampoco.

Igualmente, tampoco olvidare y lo recuerdo con mucho afecto, que desde que nos conocimos en el primer congreso de los ferroviarios de CCOO en 1978, Marcelino, cada vez que nos veíamos siempre, aunque hubieran pasado más de 30 años, me hacia la misma pregunta: ¿qué tal los ferroviarios?

En la última etapa de su vida iba frecuentemente a verlo, acompañado por mi compañera Isabel. La última vez que estuvimos en su casa, aun en vida de Marcelino, fue en junio del año 2010, pocos meses antes de su fallecimiento. Todo el mundo que los conoció a Marcelino y Josefina, sabe que son entrañables y su mayor preocupación es que te sientas a gusto y feliz en el rato que estes allí. Lo que más le disgusto a Josefina aquel día es que no tuviera magdalenas, sus famosas magdalenas, que en otras ocasiones nos ponía con el café, fuera la hora que fuese.

Marcelino estaba como siempre, con el periódico “El País” encima de la mesa camilla, subrayando las noticias que consideraba interesantes, pero por esas fechas no pasaba de las primeras páginas. En esa época en la portada estaban todas las noticias importantes para él.

Con Marcelino y Josefina, en su casa, en junio de 2010.
Josefina Samper, la compañera de toda la vida de Marcelino, nos hablaba de todo lo que había pasado en los últimos días, de la casa y de su nuevo barrio, en Majadahonda (Madrid), que, aunque le gustaba, no acababa de acostumbrarse, después de tantos años de vivir en su Carabanchel, en un tercero sin ascensor, pero por problemas de movilidad de Marcelino se tuvieron que mudar lo más cerca posible de sus hijos.

Lo que, si era para Josefina “santo de su devoción”, de esta nueva casa, -aunque fuera atea-, era la cocina. Muy satisfecha nos la enseñaba y decía orgullosa: “algunas veces incluso comemos en ella”. Para comprender el entusiasmo de Josefina hay que tener en cuenta que esta cocina tendría unos seis metros cuadrados y ellos venían de Carabanchel, de su casa de toda la vida, construida en los años sesenta, de menos de 60 metros cuadrados en total, cuya cocina como era lógico iba en proporción.

Para conocer el perfil humano de estas dos grandes personas tan cercanas y cordiales, creo que, con un par de pinceladas, es suficiente. A mí siempre me impactaron los dos, de ahí que nunca he concebido a Marcelino sin Josefina y tampoco a Josefina sin Marcelino, A partir de su fallecimiento Josefina no tenía a Marcelino, pero nos tuvo a un montón de amigos y amigas.

Para finalizar, recordar para que todos y todas lo tengamos en cuenta, -según nos contó Josefina, en la despedida a Marcelino en la puerta de Alcalá-, que con motivo de la visita de una vecina al hospital donde falleció unos días después, la mujer se quejaba de algo que la había pasado, Marcelino con un hilo de voz le dijo: "Si uno se cae, se levanta inmediatamente y sigue adelante".

Guardo como un tesoro orgullosamente, los libros de Marcelino "Charlas en la prisión" y “Confieso que he luchado”, especialmente por las cariñosas y encantadoras dedicatorias, porque Marcelino no era de las personas que dedican un libro con la clásica frase " con afecto a fulanito, etc, etc", no, no, Marcelino te lo dedicaba escribiendo media pagina, pensando en ti, en lo que había vivido contigo y si además te daba un consejo, mejor que mejor, con la dedicatoria escrita con una caligrafía firme y fuerte que ya nos gustaría tener a la mayoría de nosotros.

En fin, termino: DEP, querido compañero y amigo Marcelino, ejemplo de sindicalista, gracias por todo lo que nos enseñaste en vida, eras una gran persona, que has pasado a la historia como un referente de lucha obrera por la libertad y la democracia de nuestro país, pero también por lo mucho que luchaste por defender a las personas más desfavorecidas. Puedes estar seguro que aquí en la tierra siempre te recordaremos.

Francisco Naranjo Llanos, director Fundación Abogados de Atocha (2013-2024) y sindicalista de CCOO.

EN MEMORIA DE UN GRAN ABOGADO: MIGUEL GONZÁLEZ ZAMORA

 

El 20 de octubre de 2025, el abogado Miguel González Zamora, hubiera cumplido 81 años si no fuera porque una cruel enfermedad le aparto la vida el 30 de noviembre de 2018, hace ya siete años, pero no de nuestros recuerdos.

 ¿Pero quién fue Miguel González Zamora? Miguel, de origen extremeño, nació en Berzocana, un pueblecito de Cáceres y realizó sus primeros estudios en el seminario de Plasencia. Después, ya en los años sesenta del siglo pasado, se trasladó a Madrid, lugar donde estudió y finalizo la carrera de derecho.

Pocos años después y tras algunas andanzas juveniles por Mauritania, y por París, regresó a España ingresando en la clandestina Organización Revolucionaria de Trabajadores (ORT) y en el despacho laboralista de la calle Lista (Ortega y Gasset) cuya titular era Paquita Sauquillo. Allí tomó contacto con la realidad de la lucha obrera asesorando a los enlaces sindicales y militantes antifranquistas de CCOO.

Miguel, como otros muchos conocidos abogados y abogadas de su generación, como fueron los Abogados de Atocha, mantuvo una trayectoria de vida que hoy en día es desconocida para una buena parte de las generaciones más jóvenes que alientan su rebelión contra una situación de injusticia y desigualdad, pensando que la transición española fue un proceso de debilidad de los ideales progresistas. Cuestión totalmente incierta y aunque Miguel y otros y otras, no añoran ni presumen de aquellas luchas antifranquistas, es de justicia resaltar su compromiso militante con la clase obrera y sobre todo del sindicalismo de clase de CCOO.

Con ocasión de su fallecimiento, el amigo Juan Moreno, también extremeño como él y yo, escribió un artículo, que es una referencia necesaria para conocerlo mejor (Miguel gonzalez Zamora, abogado militante CCOO). En su historia personal Miguel atravesó varias fases. Como decía antes, además de estudiar derecho en la década de los sesenta y estar en el mayo francés “comprobando que debajo de los adoquines de las calles no estaba la arena de la playa”, fue militante de la ORT y entró de abogado en el despacho de Lista y ya en los años setenta, con otro gran abogado, Juan Canet, se trasladó un tiempo a Extremadura y creo un despacho en Don Benito (Badajoz).

En el desarrollo de CCOO como sindicato sociopolítico y de clase -ya en democracia-   Miguel tuvo un papel importante como abogado de la recién nacida Confederación, pues fue el responsable del Gabinete Técnico Confederal de CCOO, hasta 1984, que por desavenencias con la dirección del sindicato a la negociación del AES le hicieron abandonar CCOO. Pocas años después volvería al sindicato y se situaría en el ámbito de las relaciones internacionales, un campo en el que había ya mostrado su experiencia y habilidad en las sesiones de la OIT a las que acudía en la delegación de CCOO.

Conjuntamente con Juan Moreno, Miguel, tuvo un papel relevante en la consecución del objetivo decisivo para CCOO de lograr su ingreso en la Confederación Europea de Sindicatos (CES), un ingreso obstaculizado demasiado tiempo sobe la base de un comportamiento sectario e interesado de los sindicatos de obediencia socialdemócrata.

En su última etapa, presidió la Comisión de Garantías Confederal, el órgano que da efectividad a la democracia interna sindical y en el que una vez más dio pruebas de su firmeza en el respeto del pluralismo ideológico sindical. También fue asesor de la Secretaría General de CCOO, en tiempo de Ignacio Fernández Toxo.

Yo tuve el placer de conocer a Miguel en un período muy intenso de mi propia vida. Seria finales de 1975, primeros de 1976, cuando recién elegido enlace sindical, en las ultimas elecciones del vertical (mayo de 1975), un grupo de compañeros ferroviarios reclamamos las diferencias económicas del valor de las horas extras realizadas. Primero quise ir al despacho laboralista de Atocha 55, pero había demasiadas personas en las colas y me indicaron que había otro despacho cercano a la Plaza de Felipe II y allí me encaminé.

Me atendió muy amablemente Miguel y a él le entregue una centena de reclamaciones. Me comento volviera unos meses después para ver como iba el tema. Volví, pero en aquellos tiempos tan revueltos en el despacho de Lista, ya no estaba Miguel y me enviaron al de Goya. Al final no me llevo él el caso, me lo llevo una compañera abogada que no recuerdo su nombre.

Mi amistad continuó y al cabo de poco tiempo, ya en los años ochenta, coincidimos en el Consejo de Redacción de Gaceta Sindical, la revista Confederal de CCOO, dirigida por el inolvidable Manolo Morales, entre otros grandes compañeros y compañeras de la abogacía laboralista. También en Extremadura coincidí con Miguel, pero en temas más relacionado con la política que en el sindicalismo.

En fin, personas como él, merecen esta y otras columnas que hablen de él, pues son nuestros referentes, referentes que no debemos olvidar. Yo solo decirte, además del consabido DEP, que estes donde estes, feliz cumpleaños amigo y gran abogado y mejor persona: Miguel González Zamora.

Francisco Naranjo Llanos, director Fundación Abogados de Atocha (2013-2024) y sindicalista de CCOO.

SE NOS FUE PABLO GUERRERO, CANTAUTOR, POETA Y EXTREMEÑO

 


Y que una lluvia fuerte, sin bioenzimas, claro
Limpiará nuestra casa
Limpiará nuestra casa
Hay que doler de la vida hasta creer

Tiene que llover
Tiene que llover
Tiene que llover
Tiene que llover a cántaros

(A cantaros, de Pablo Guerrero).

Pablo Guerrero, uno de los padres de la canción protesta y alma de la canción de autor, ha fallecido en Madrid, a la edad de 78 años, el pasado martes 30 de septiembre, dejando un legado imborrable en la música y la poesía española, pues Pablo, no solo fue cantautor, sino también poeta, escritor y extremeño y como tal ejercía.

Consideraba la poesía y la canción, como expresiones de un mismo prisma. Su tema “A cántaros” y la letra “tiene que llover, tiene que llover...”, fue un himno a finales de la dictadura franquista y los comienzos de la Transición, considerando la lluvia como el comienzo de una nueva etapa democrática en España, después de una cruel y sangrienta dictadura franquista.

Recuerdo que cuando se celebraron las primeras elecciones municipales en democracia, allá por 1978, en Venta de Baños (Palencia), pase un agradable fin de semana, pues había ganado las elecciones el PCE y su alcalde fue un trabajador de Correos, afiliado a CCOO, Javier Hernández, se llamaba, pues falleció en 2020. 

En aquella pequeña ciudad, de gran tradición ferroviaria, como digo pase un agradable fin de semana, sobre todo festejando la victoria del partido en las elecciones municipales y recuerdo, con absoluta nitidez, las canciones que cantábamos para celebrar la victoria del PCE. Algunas de ellas eran de Pablo, la ya mencionada de “A cantaros”, pero también la de “Tapar la calle”, canción de raíces extremeñas, que refleja las luchas y esperanzas de las personas por transformar sus realidades.

Años después, muchos años después, en enero de 2019, la Fundación Abogados de Atocha concedió el premio de reconocimiento al Colectivo de Cantautores por la Libertad, reconocimiento que subrayaba la conexión entre el arte de la canción de autor y la lucha por los derechos y los valores democráticos, valores que la Fundación siempre ha buscado honrar.

Yo, en aquellos momentos director de la Fundación, me puse en contacto con algunos de ellos, entre otros, con Luis Pastor, Manuel Gerena, Paco Ibáñez y por supuesto Pablo Guerrero. Los cuatro quedaron en acudir al acto de entrega y agradecieron el detalle del preciado reconocimiento, pero por un lado Paco Ibáñez, por motivos de agenda y Pablo Guerrero por motivos de salud, no acudieron. Si lo hicieron Luis y Manuel. Ahí están las hemerotecas para certificarlo. Pablo Guerrero, amigo y paisano de Extremadura, no asistió, pero a mí me quedara siempre el orgullo de la agradable y cariñosa conversación que mantuve con él, aquel enero de 2019.

A Pablo Guerrero, lo vi en la Transición democrática, como muchos de aquella época, en los conciertos, para también con más proximidad, pues a comienzos de este siglo, asiste a la presentación de un libro de Rodolfo Serrano y allí estaba Pablo, al que conocí personalmente, apoyando a su amigo Rodolfo, también poeta, además de periodista.

Rodolfo Serrano y Pablo Guerrero 

En fin, sigamos. Desde su infancia en el campo extremeño, donde las historias y leyendas moldearon su sensibilidad, hasta sus años en Madrid, donde se abrió camino en la música y la poesía, Pablo Guerrero, fue un adelantado de la canción protesta durante la dictadura y la transición. Como decía antes es el autor de muchas canciones sociales al final del franquismo y comienzo de la Transición, pues su música habló siempre de las injusticias, la esperanza y la memoria colectiva. Siempre manifestó su esperanza en las nuevas generaciones para continuar esa labor de compromiso cívico a través de la música.

En sus cinco décadas de carrera lanzó más de 15 discos. Asimismo, publicó más de quince libros de poesía. Su disco en directo “Pablo Guerrero en el Olympia” (Paris 1975), marcó un antes y un después en su carrera profesional. Su talento fue reconocido con numerosos galardones, entre ellos la Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes, el premio “Toda una vida”, de la Academia de la Música y la Medalla de Extremadura.

Comprometido con las causas sociales hasta sus últimos días, veía en la música un medio para alimentar el alma y la conciencia social. Sus últimos discos, con temas llenos de amor y ternura, revela a un artista que siempre imaginó un mundo mejor y animó a las nuevas generaciones a alzar la voz. El último disco de Pablo Guerrero es Y volvimos a abrazarnos (2021), un álbum que funciono como despedida y que incluye temas sobre el amor y la unión con la tierra y sus elementos, con la participación de otros artistas. 

Extremadura y España pierden con su muerte a un referente cultural fundamental, la voz que supo encarnar la protesta, la memoria y la poesía popular. Sus canciones, como él mismo dijo, ya no son solo suyas, son de todas las personas, “de la gente”, como decimos por aquí. DEP Pablo Guerrero, tu y tus canciones sí que hicieron mucho y bien por la tierra extremeña. Aquí en tu tierra -y la mía- nuestra querida Extremadura, siempre te recordaremos.

P.D.- Pablo Guerrero Cabanillas, nació el 18 de octubre de 1946 en Esparragosa de Lares (Badajoz) y murió en Madrid, el 30 de septiembre de 2025.

Francisco Naranjo Llanos, director Fundación Abogados de Atocha (2013-2024) y sindicalista de CCOO.