LEMA DE ESTE BLOG...

LEMA DE ESTA BLOG: ... hay un rayo de sol en la lucha que siempre deja la sombra vencida. (Miguel Hernández)

LA BANDERA DE PILAR

- ¿Tú sabes, qué hicimos con la bandera que pusimos, cuando lo de Pilar?

- ¡Se fue con ella!

Con estas dos frases y en cuestión de segundos, se saldó la "conversación" entre dos personas, dos sms de teléfonos móviles, dos compañeros de trabajo, que en su día vivieron conjuntamente con otros, la vida y la muerte de una gran compañera y amiga.

Cuando recibo el mensaje "tú sabes que hicimos con la bandera que pusimos cuando lo de Pilar", a pesar de haber transcurrido más de un año sin comentar con nadie este tema, no tuve ningún segundo de duda de qué bandera y a qué Pilar se refería el corto mensaje. Por eso la respuesta fue inmediata: "se fue con ella".

La bandera: la de las comisiones obreras madrileñas; la roja de toda la vida con las siglas de nuestro sindicato en blanco y con las cinco estrellas del escudo de la Comunidad Autónoma Madrileña.

La bandera, a la que planchamos las arrugas de la tela con las manos y que colocamos con sumo cuidado y mucho mimo, encima del ataúd, en el cementerio de la Almudena, la mañana del 30 de enero de 2007, minutos antes de la incineración de la compañera, metalúrgica, sindicalista y periodista, Pilar Blanco Villarroel.

Compañera metalúrgica, que en los años 60, años difíciles de la dictadura franquista, comenzó a trabajar en Isodel, empresa del metal del barrio de embajadores de Madrid.

Compañera sindicalista, que en aquellos tiempos difíciles comenzó a construir, con muchas  dificultades y problemas, en su fábrica, las comisiones obreras del metal, que fueron el embrión en Madrid de las actuales y potentes CCOO madrileñas.

Los compas del Gabinete de Comunicación
 de CCOO de Madrid  con Pilar Blanco en el centro

Compañera periodista, que una vez que cerraron y fue despedida de la fábrica de Isodel, "su fábrica", hizo periodismo y lo ejerció, primero en el Gabinete de prensa de CCOO de Madrid y en la revista "Unidad Obrera" y después en el periódico "Madrid Sindical", primero como redactora y después, a lo largo de diez años, como Directora, con una gran energía, con una profesionalidad y unas ganas, -a pesar de su precaria salud- que para sí la quisieran los periodistas de los grandes medios de comunicación de nuestro país.

Sí, sin ninguna duda, la bandera de la pregunta del móvil, la de CCOO, se fue con ella hace ya varios años. Quizás no del todo porque ella, Pilar, nos dejó muchas copias de su bandera y muchas ganas para que cogiéramos la bandera que los trabajadores, los obreros, los metalúrgicos, los sanitarios, los maestros…, continuarán paseando y ondeando, por las calles de Madrid y del mundo, a las puertas de las fábricas, cuando suceden conflictos laborales, en los centros de trabajo, en las empresas, en los sectores, en el 1º de Mayo, en las huelgas generales,...

Porque a ella, Pilar, desde donde este, si nos ve, que seguro que sí, le encantará, se sonreirá y aplaudirá, cuando vea las copias de su bandera, la roja  de CCOO, ondear por las calles de Madrid  y del mundo, con los valores de su vida: justicia, solidaridad, libertad... ,bandera, igual a la que se fue con ella, aquel 29 de enero de 2007.

Por si nos oyes, una ultima cosa , Pilar: en el año 2010, las comisiones obreras madrileñas, "tus comisiones", dedicaron la agenda anual a uno de tus queridos poetas: Miguel Hernández y en el 2011, a Federico Garcia Lorca, otro de tus admirados poetas.  Así que puedes estar tranquila, Pilar, pues tu ilusión se ha cumplido.



Ronteky

LA MATANZA DE ATOCHA

El bolígrafo de Alejandro y la agenda de Ángel.
El entierro de Los Abogados de Atocha en la Plaza de Colon (Madrid)
En estas fechas se conmemora el aniversario de los "Abogados de Atocha", esos mártires de la libertad que fueron vilmente ametrallados por un comando fascista en Atocha 55, en lo que se denomino La Matanza de Atocha.

Como es conocido, pero no esta demas recordar, el 24 de enero de 1977, un grupo de pistoleros de extrema derecha irrumpieron en el despacho de abogados laboralistas de CCOO y del PCE situado en el número 55 de la calle Atocha en Madrid y ametrallaron a las nueve personas presentes. Fallecieron los abogados, Javier Sauquillo, Javier Benavides, Enrique Valdelvira, Serafín Holgado y el sindicalista Ángel Rodríguez Leal. Resultaron gravemente heridos Alejandro Ruiz Huertas, Mª Dolores González, Luís Ramos y Miguel Sarabia.

Creo, que todo lo dicho anteriormente, es más o menos conocido por aquellos que hayan profundizado minimamente en la historia de este país, pero yo había cogido la pluma hoy para hablar del bolígrafo de Alejandro Ruiz-Huerta y de la agenda de Ángel Rodríguez Leal. Temas seguro, bastante menos conocidos.

Conocí, o mejor dicho oí hablar de Alejandro y de Ángel, al igual que la gran mayoría, a raíz del brutal atentado de aquella semana trágica para la democracia en nuestro país, semana que posteriormente Juan Antonio Bardem, la inmortalizo en su película  “7 días de enero”.

Después, muchos años después, conocí personalmente a Lola González, Miguel Sarabia, Luís Ramos y Alejandro Ruiz-Huerta, todos ellos sobrevivientes de la Matanza de Atocha, como se le llamo durante muchos años a aquel atentado terrorista. Cuatro personas que, conjuntamente con los cinco asesinados, son iconos de la lucha por la libertad y por la democracia en nuestro país, después de 40 años de dictadura franquista.

Sobre Alejandro y la importancia de su bolígrafo, se lo he oído contar en varias ocasiones, pero así lo escribe el propio Alejandro: “Yo evite la muerte aquella noche, en primer lugar, porque el cuerpo sin vida de Enrique Valdelvira cayó encima del mío y tapó mis zonas vitales.. Antes, en la primera oleada de disparos me dieron un tiro en el esternón, pero tuve la suerte de que la bala dio en el bolígrafo que llevaba en la camisa, un Inoxcrom“.

Alejandro en la actualidad ejerce de profesor de Derecho Constitucional en la Facultad de Derecho de Córdoba y es el Presidente de Honor de la Fundación “Abogados de Atocha”.

Con motivo del 25 aniversario, publico un libro sobre aquellos sucesos, titulado: "La memoria incómoda",  Los Abogados de Atocha 1977/2002,  Recientemente ha editado otro libro, titulado. “Los ángulos Ciegos”. Una perspectiva crítica de la transición española, 1976-1979.

En cuanto a Ángel Rodríguez Leal, fue a través de su hermano José Luis, cuando fui conociendolo. Ángel. Había sido represaliado y despedido de Telefónica y trabajaba en el despacho laboralista como administrativo.

Aquel aciago día, por la mañana, Ángel había acudido para reclamar sus derechos al sindicato vertical franquista, donde se celebraba una reunión del transporte (Telefónica estaba encuadrada en el área de Comunicaciones y Transporte), y allí se encaró con Francisco Albadalejo, que era secretario del Sindicato Provincial del Transporte y que después fue uno de los condenado por los crímenes de Atocha. Allí estaban, también, los pistoleros que acudieron por la noche al despacho de Atocha y acribillaron a tiros a todos los presentes.

Por la noche, tras concluir su trabajo, Ángel entró en un bar con unos amigos. Se estaba tomando una cerveza, cuando se acordó de que había olvidado en el despacho su ejemplar de Mundo Obrero, el periódico oficial del PCE, y subió a recogerlo, Eran las 10,50 horas de la noche. Ángel ya no volvió con sus amigos.

Con Alejandro Ruiz-Huerta y otros compañeros de CCOO en el cementerio de Carabanchel en uno de los aniversario de los Abogados de Atocha.

Minutos después de esa hora, dos ultras habían llamado a la puerta del bufete, mientras otro vigilaba desde la escalera. Ángel les abrió la puerta y ellos preguntaron por Joaquín Navarro, un dirigente  de CCOO que había destacado como uno de los principales promotores de la huelga del transporte. Uno de aquellos ultraderechistas reconoció a Ángel Rodríguez como el joven, que por la mañana, se había enfrentado en el sindicato vertical a su jefe, Francisco Albadalejo.

Fue solo hace unos años, en la conmemoración del 30 aniversario, cuando el hermano de Ángel, José Luís Rodríguez Leal, me dijo, que en la agenda que llevaba Ángel, aquella nefasta noche, figuraba mi nombre y teléfono y que si conocía a su hermano.

Teniendo en cuenta que Ángel era trabajador represaliado de Telefónica y yo sindicalista de Renfe, podía ser, seguro que hable con Ángel, pero no lo recuerdo y eso que viví aquellos sucesos con intensidad, incluso yendo al entierro, acompañado por otros compás de RENFE, portando un par de coronas de flores, en nombre del denominado Pleno de Representantes Ferroviarios, organismo unitario de los trabajadores de Renfe por aquel entonces.

Aquel entierro, seguramente ha sido la manifestación más multitudinaria conocida en España aún hoy en día, manifestación que colapso la ciudad entera. No se quien dijo sobre la manifestación: "El silencio dolía más que los disparos. Los claveles fluían como un manto de sangre ". Para mí ha sido la más impresionante y emotiva que he asistido en mí vida, aquellos miles y miles de hombres y mujeres, aquélla tensión contenida, aquel silencio, solo roto con algunos vivas a los muertos y por el canto de la internacional, -ya en el cementerio- fue algo que el pueblo de Madrid, el país entero, nunca olvidara.

Ángel, fue enterrado en el cementerio de la Almudena y  años después trasladado al cementerio de su pueblo, Casasimarro (Cuenca). Un día, sobre estas fechas, hace ya mas de diez años, estuvimos en su pueblo, acompañando a las autoridades regionales y locales en la inauguración de un parque, en su recuerdo. 

Aquella agenda, con mi nombre y mi teléfono, que solo hace unos años, que supe de su existencia, quizás la olvide, pero a los Abogados de Atocha y a Ángel Rodríguez Leal, ese compañero, sindicalista y trabajador, represaliado de Telefonica, uno de los mártires de la libertad, asesinado por un comando fascista, residuo de la dictadura franquista, solo porque defendia los derechos de los trabajadores, me acordaré siempre.

Francisco Naranjo Llanos
Director de la Fundación Abogados de Atocha

NOCHEVIEJA ESPECIAL EN LA ESTACION DE IMPERIAL

Antigua estación de RENFE de IMPERIAL (cerrada en 1987).

 Yo no olvido al año viejo
Porque me ha dejao' cosas muy buenas
Ay, yo no olvido al año viejo
Porque me ha dejao' cosas muy buena

… Me dejó una chiva, una burra negra
Una yegua blanca y una buena suegra

(Canción El año viejo)


Era un 31 de diciembre de los finales de los años 60 del siglo pasado. Acababa venir de Extremadura a trabajar de Factor de  Circulación (Jefe de Estación en estaciones pequeñas), a la estación de ferrocarril de Imperial en Madrid, con poco más  de 20 añitos y esto es lo que pasó, o al menos es lo que yo recuerdo que me paso. De verdad verdadera...

Estos son mis recuerdos de aquellos los minutos interminables de aquel final de año y comienzos del siguiente:

-Quedan diez minutos para que sean las doce de la noche y lógicamente para que den las doce campanadas y así pasar al próximo año.

-Ya tengo preparadas las uvas, espero que no me pase como el año pasado que me quedaron dos sin tomar. Las voy a contar de nuevo, no vaya a ser que ponga de más o de menos. Están las doce. A ver si hoy no me lió con los cuartos.

-Me doy cuenta que a mí alrededor esta todo apagado, oscuro y silencioso, solo muy lejos se escucha un breve rumor. Voy a subir la radio para escuchar mejor el sonido de las campanadas de la Puerta del Sol. Ya solo quedan cinco minutos.

-Recuerdo las horas que han pasado hasta llegar a este momento. Llegue a las ocho de la tarde, como todos los días, mi compañero de relevo me estaba esperando. Le firmo la entrega del servicio. No hay novedades. El último tren paso hace ya dos horas y no se espera ninguno más hasta después de las doce. Hoy hay previsto pocas circulaciones.

A los compañeros del turno que tendrían que entrar conmigo ahora, les dije ayer que no vinieran a currar hasta después de las uvas. Otros dos que cambian su turno a las diez de la noche, se irán dentro de un rato. Todos ellos tienen planes para esta noche. Unos piensan tomar las uvas en una fiesta con los amigos,  otro dice que va a ir a la Puerta del Sol. La mayoría pasaran la fiesta en familia.

-Yo no tenía ningún plan previsto. Estamos en 1969. Mi familia y mi novia están en Extremadura. Mis compás se habían buscado su rollo para hoy y a mí me ha tocado el turno de noche y encima a doce horas, de ocho a ocho y tiro porque me toca. Así que disfruten ellos. Yo como ya tenía asumido que tendría que trabajar esta noche tan especial, pues me alegro por ellos. Casi todos también tenían que estar aquí conmigo, pero ya que estoy yo, les he dicho a unos que vengan tarde y a otros que se vayan temprano… y que se diviertan por mí. 

-Quedan tres minutos para las doce y la radio cada vez se oye peor. Ahora mismo se escucha la canción de Rosa Morena, mi paisana, "Échale guindas al pavo". Le subiré el sonido de nuevo. Espero que no se quede sin pilas. Ya lo que me faltaba. Sería el colmo después de la cena que he tenido. Bueno es un decir... pues tampoco he comido tan mal. El mayor problema el sabor a lata recién abierta. Quizás tuve que abrir las latas antes, pero a lo hecho pecho.

-La verdad es que los pimientos rellenos, una vez que los calenté, al margen del sabor a lata, tampoco estaban tan mal y las sardinas un poco bastas, quizás tuve que comprar caballa, pero ya no es tiempo de lamentarme. El vino estaba también bueno. Mosquea un poco que el tapón no fuese de corcho, solo llevaba un plastiquillo como tapón, así  que no sé, no sé. En fin no le daré más vueltas. Además  piensa que es una noche más, con la única diferencia es que hoy es un año y dentro de unos momentos otro.

-Bueno insisto, no le des más vueltas, que ya están a punto de dar las campanadas. Tengo las doce uvas preparadas y el botellín de sidra en su punto. Yo creo que está bastante fría. Nevera no tengo, pero como la puse al fresco cuando llegue a las ocho, tiene que estar bien fresquita. Su marca no es conocida, no es “el Gaitero”, pero me han dicho que es de lo mejorcito del mercado.

-Joder, quedan apenas sesenta segundos para las doce y la radio casi no se oye. Encima ya no se puede subir más el sonido. Con una mano me lo acercaré a la oreja y con la otra me tomare las uvas. Después brindare con la sidra.

-Se acabo el año viejo, un año fatal y ya estamos en el nuevo,  con nuevas ilusiones y nuevas perspectivas. Las uvas me las he tenido que tomar a voleo pues se apago la radio.

-Vale, vale, “nuevas perspectivas”,  pero  yo aquí más solo que la una, brindando y hablando solo, con la mierda de sidra que me han vendido y encima está caliente, sabe a meao y decían que era buena. La radio ya no se oye y mis compañeros seguro que pasándoselo pipa con sus amigos y su familia y encima aun tardaran más de una hora en venir, aunque no debería quejarme, porque yo mismo les dije que no tuviesen prisa.

-Para más INRI, al margen de las flojas luces de la estación, que parece que estamos en un camposanto, el entorno esta cada vez más oscuro y silencioso. Ya ni ruidos de fondo. Solo falta que viniese alguien desconocido y que me pegara un susto “de muerte” para terminar la noche.

-Joder, ya son la una de la noche, yo aquí más solo que la una,  un día como hoy cinco horas solo y los compañeros no acaban de llegar. Ni compás ni nada,  vaya cara más dura.  Se van a enterar estos cuando vengan. Vaya horas de venir a trabajar. La sensación de soledad y las lágrimas de rabia, que me han rodado por las mejillas, “para ciento y un año” que no me van a volver a salir, al menos solo. 

-No y cien veces no, ni compañerismo, ni hostias. Si hay que joderse nos jodemos todos y no solo el pardillo y  gilipollas de turno. Hasta aquí hemos llegado. A partir de mañana al que llegue tarde le abro expediente. Se acabo.!!. “Una y no más dijo Santo Tomas”.

En fin, ya saben mis queridos lectores que la memoria es frágil y según como tengas el estado de ánimo recuerdas las cosas de una manera  u otra, pero de verdad verdadera -más o menos- esto es lo que recuerdo que ocurrió aquella Nochevieja de hace ya muchos años en aquella pequeña estación de contorno ferroviario madrileño llamada IMPERIAL, conocida también como la estación de "Las Pulgas",  cerrada en 1987 y posteriormente derribada cuando se realizó la operación urbanística del Pasillo Verde. 



Francisco Naranjo Llanos, director de la Fundación Abogados de Atocha y sindicalista de CCOO.