Fernando Soto Martin,
Metalúrgico, sindicalista, político
y activista por la libertad, murió en Sevilla el pasado miércoles 9 de julio a
la edad de 75 años, víctima de un cáncer de pulmón, al parecer producido por el
amianto.
Fue uno de los sindicalistas de CCOO, -“los 10 de
Carabanchel”- procesados y condenados en el Proceso 1001. Fue detenido el 24 de junio de 1972 en
el convento de Los Oblatos en Pozuelo (Madrid), conjuntamente con otros nueve
compañeros. Tenía en el momento de su detención 33 años. Los sindicalistas
detenidos aquel día fueron:
Marcelino
Camacho Abad
Eduardo
Saborido Galán
Nicolás
Sartorius Álvarez de las Asturias
Francisco
Acosta Orge
Luis
Fernández Costilla
Francisco
García Salve
Juan
Muñiz Zapico
Fernando
Soto Martín
Miguel
Ángel Zamora Antón
Pedro
Santisteban Hurtado
Todos ellos fueron juzgados por un tribunal franquista
(Tribunal del Orden Publico) y
condenados a 162 años de prisión por luchar por la libertad sindical y la
democracia en España. (Asociación ilícita al pertenecer a CCOO dijeron
los del TOP). Estas fueron sus condenas: para
Saborido 20 años y seis meses, para Marcelino 20 años, para Sartorius y García
Salve 19 años, para Soto y Muñiz Zapico 18 años, para Paco Acosta, Zamora,
Santiesteban y Fernández Costilla 12 años.
Fernando Soto nació en 1938 en Sevilla. Con 14 años entro de aprendiz en la empresa HISPANO AVIACIÓN, después ya con 18, paso a Oficial de Chapista en la misma empresa, absorbida más adelante por Construcciones Aeronáuticas (CASA).
En 1963 se presento a las elecciones sindicales del “Sindicato Vertical”,
fue elegido enlace sindical y posteriormente vocal provincial. Fueron las
fechas donde comenzaron los orígenes de las CCOO en Andalucía y Fernando
fue uno de sus organizadores. En 1966 fue reelegido enlace sindical y en esta
ocasión fue elegido Presidente de la Sección Social del Sindicato Provincial
del Metal, en una candidatura que copo todos los cargos…
Su primera detención llego en 1967 cuando participaba en una manifestación del
1º de mayo. Fue multado con 25.000 pesetas y condenado a tres meses de
prisión, pero lo más grave es que esa condena conllevaba el despido laboral y
las supresión de sus cargos sindicales, además de incluirlo en las “listas
negras” para que no consiguiera trabajo en ninguna empresa del sector. El y su
familia tuvieron que subsistir con trabajos en la economía sumergida y de la
solidaridad de sus compañeros.
En 1969 fue nuevamente detenido y deportado a un pueblo de Jaén durante unos
meses. En 1970 se vio obligado a exiliarse a Paris para evitar otra detención.
A su vuelta en 1971 vivió más de un año en la clandestinidad en Madrid, hasta
que fue detenido con el resto de la Coordinadora Nacional de CCOO en el
convento de los Oblatos en Pozuelo de Alarcón el 24 de junio de 1972.
Después de la muerte de Franco y ya en democracia, en 1977, fue elegido
diputado para el Congreso en las listas del PCE, repitiendo en la
siguiente legislatura (1979-1982), siendo desde 1977 hasta 1981 secretario
general del PCE en Andalucía. Tras dimitir de SG del PCE se reincorporo a su
puesto de trabajo en CASA (Construcciones Aeronáuticas, que como decía antes
había absorbido Hispano Aviación).
Años después, en 1984, volvió a la política, en esta ocasión en las listas
del PSOE, pasando por Diputado Autonómico, Senador y
Parlamentario en el Congreso de los Diputados. Tras dejar el Congreso en
1996 se reincorporo de nuevo a CASA, hasta que en 1997 se prejubilo.
Durante la década, 1998-2008, fue en Andalucía, Coordinador del Plan Andaluz de
Erradicación del Chabolismo y Comisario para la Recuperación de la Memoria
Histórica.
Fue condecorado con la Medalla al Mérito Constitucional, la Medalla de Oro al
Mérito del Trabajo, la Medalla de Andalucía y la Medalla de la Ciudad de
Sevilla en 2010. Ha publicado centenares de artículos en la prensa y es autor de los libros A ras de tierra (1976), Por el
sendero de la izquierda (1996) y Odisea en re menor con parada y fonda en
Carabanchel (2002).
Esta es, brevemente y en síntesis, su biografía sindical y política.
Hace solo unos meses, en diciembre de 2013, sus compañeros
de CCOO le rendimos un caluroso homenaje
en Madrid, con motivo del 40 aniversario
del Proceso 1001. El ya no pudo asistir por su precaria salud. Asistieron a ese
acto sus compañeros también homenajeados, Eduardo
Saborido, Paco Acosta, Nicolás Sartorius, Pedro Santiesteban y Miguel Angel Zamora.
Aunque lo conocía por referencias, personalmente conocí a
Fernando en enero de 2013, con motivo de la concesión del premio de la
Fundación Abogados de Atocha, premio que ese año se otorgo a los encausados en el Proceso 1001. Aquellos días iba acompañado,
además de por sus compañeros del 1001, por su inseparable “La Mari”, como él le decía a su compañera de
toda la vida. Con suma rapidez tuve una buena química con él.
Después volvimos a coincidir en el acto que se realizo el 24
de junio de 2013 en Pozuelo de Alarcón, fecha conmemorativa del 41 aniversario de su detención en el Convento
de los Oblatos.
Volvimos a estar juntos el 4 de noviembre de 2013, en el acto que se celebro en Getafe, con motivo de la inauguración de la exposición "Proceso 1001: Tiempos de
clandestinidad", con la que el sindicato conmemora el 40º aniversario
del Proceso 1001, por el que fue detenida la estructura en la clandestinidad de
CCOO, en el año 1972.
Nos contó aquel día
la lucha sindical en la dictadura. Las reuniones en la clandestinidad, su
actividad como representante de los trabajadores, la lucha por un convenio
justo, la dura pelea por la democracia y la libertad, sus avatares políticos,
etc… En definitiva ese día nos dio una clase magistral, a pesar de los golpes
de tos que de vez en cuando le hacían parar su intervención. Tuve el honor de presentarlo y califique su discurso como “Fernando Soto: Memoria viva de CCOO”.
Ese día fue el último que vino a Madrid. De aquella fecha me
queda un recuerdo maravilloso de él. Además de sus palabras y su grata conversación, tanto en el acto
de Getafe, como en la comida, y sobre todo
en la ida y venida en coche desde Getafe y hasta la Estación de ferrocarril de Madrid Atocha con ese gran conversador que fue siempre Fernando.
El libro que me regalo y me dedico ese día “Odisea
en re menor con parada y fonda en Carabanchel”, siempre me servirá para
recordar a un gran luchador por las libertades sindicales y políticas
en nuestro país, en unos tiempos muy difíciles como fueron aquellos años negros de la dictadura
franquista.
Cuando hoy releo su dedicatoria, dedicatoria que estoy seguro que me escribió con el corazón y quizás pensando que nunca más nos íbamos a ver, me emociona y me asoma una lagrima en su recuerdo.
Cuando hoy releo su dedicatoria, dedicatoria que estoy seguro que me escribió con el corazón y quizás pensando que nunca más nos íbamos a ver, me emociona y me asoma una lagrima en su recuerdo.
La última vez que hable con él fue hace un par de meses, me
llamo para interesarse por su nieta, un tema
relacionado con sus estudios y los abogados de la transición democrática
en la universidad. Su voz a través del teléfono era como siempre, fuerte y a la
vez dulce, aunque se le notaba cansado tenía esperanzas en su recuperación… En
fin estos son mis recuerdos de un gran luchador por la libertad y la democracia.
Cuando presente a Fernando Soto en Getafe, terminaba mi intervención con una cita de Paul Eluard, que recuerda siempre
en sus intervenciones Alejandro Ruiz-Huerta,
uno de los supervivientes de la matanza de Atocha, y Presidente de Honor de
nuestra Fundación, "Si el eco de su voz se debilita, pereceremos".
Hoy quisiera terminar estas líneas parafraseando a Paul Eluard en memoria de Fernando Soto, pues estoy completamente
seguro que “El eco de su voz continuara
con nosotros”
Porque en el eco de la voz de los
encausados en el “Proceso del 1001”, o en la de los “Abogados de Atocha”, es donde
las CCOO de hoy deberíamos reflejarnos y afrontar nuestro camino de futuro.
Francisco Naranjo Llanos, director Fundación Abogados de Atocha y sindicalista de CCOO.
Gracias Paco, amigo. Que cosa más bonita sobre Fernando !!!
ResponderEliminarSoto, que gran sindicalista !!
ResponderEliminarGran sindicalista, el bueno de Fernando.
ResponderEliminarY esa nieta soy yo. Cuánto le queremos y cuánto le echamos de menos. Mil gracias por esas bonitas palabras.
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