(Yo te quiero escribir una carta de amor
que llegue a tu país en semilla de flor
que atraviese en la noche océano
y tormenta luego como un lucero deje un sueño en tu puerta).
que llegue a tu país en semilla de flor
que atraviese en la noche océano
y tormenta luego como un lucero deje un sueño en tu puerta).
Carlos Cano
A las nueve de la noche del 13 de noviembre de 1992, un guardia civil, Luis Merino Pérez, efectuó los disparos que acabaron con la vida de Lucrecia Pérez Matos. Le acompañaban tres menores. Los asesinos dispararon indiscriminadamente contra los dominicanos que cenaban una sopa a la luz de una vela y huyeron en un coche que les esperaba.
Lucrecia, de 33 años, que llevaba solo par de meses en España, fue alcanzada por dos tiros, uno de ellos en el corazón, e ingresó ya muerta en el Hospital. Hubo otro herido grave, Porfirio Elías, también dominicano, vecino hoy en día del municipio de Pozuelo.
La España de entonces descubrió el racismo y la xenofobia que llevaba dentro sin saberlo. La Transición no había acabado con el fascismo, que aún vivía, impune, en nuestras calles.
Al mes del crimen la Magistratura dicto prisión para los encausados y meses después una vez celebrado el juicio se les condeno por racismo y xenofobia, al primero a 54 años de prisión y los menores a 24 años de reclusión. En enero de 2001 los menores fueron puestos en libertad aplicando la Ley de Responsabilidad Penal del Menor en caso de asesinato. El guardia civil continúa en prisión.
Cancion para Lucrecia - Carlos Cano
Años después frente a la Four Roses en Aravaca (Madrid), lugar donde residían un grupo de dominicanos, entre ellos, Lucrecia, el Ayuntamiento levantó un monolito en su memoria.
En estos días hace mas de 20 años que escribí una columna en un periódico de la zona en recuerdo y homenaje a Lucrecia. Cuando la he releído he comprobado que lo que escribí entonces vale para la actualidad ya que la situación es similar. Así que sin más ahí les dejo con la columna, tal cual la escribí entonces:
"En recuerdo y homenaje a Lucrecia Pérez
Primero se llevaron a los negros,
pero a mí no me importó
porque yo no lo era.
Enseguida se llevaron a los judíos,
pero a mí no me importó,
porque yo tampoco lo era.
Después detuvieron a los curas,
pero como yo no soy religioso, tampoco me importó.
Luego apresaron a los comunistas,
pero como yo no soy comunista,
tampoco me importó.
Ahora me llevan a mí,
pero ya es tarde.
(Bertold Brecht)
A mediados del mes de noviembre se ha recordado con diversos actos en los que han participado todas las fuerzas políticas, sociales y sindicales madrileñas el asesinato, hace un año, de la dominicana Lucrecia Pérez.
Desde este gueto de Las Matas de Madrid queremos dedicarle la crónica a esta pobre mujer que el único «mal» que hizo fue querer vivir un poco mejor que en su pueblo de procedencia.
Si Lucrecia, desde algún sitio, pudiera preguntarse si su muerte sirvió para algo, le quedará el consuelo de ver cómo aquel nefasto 13 de noviembre alimentó un pequeño río de solidaridad y una repulsa contra la xenofobia y el racismo.
Pero también hay que reconocer que durante este año se han multiplicado los atentados a personas indefensas protagonizados por los llamados «cabezas rapadas» o mejor denominados «cabezas huecas», o llenas de serrín, que es lo que deben tener cuando cometen esas fechorías.
Sólo una respuesta solidaria fuerte y contundente de la sociedad y por supuesto las autoridades contra los fascistas de mierda que aún son una minoría pero que las sociedades democráticas no debemos dejarles crecer, pues como dice la última estrofa del poema que encabeza esta crónica:
«Ahora me llevan a mí, pero ya es tarde».
Tampoco las autoridades deberían permitir la violencia y xenofobia que engendran algunos videojuegos, programas y películas de la telebasura, así como cortar de raíz las facilidades de las bandas organizadas y de los ultras de fútbol y especialmente una política de emigración que ha cerrado los ojos ante la realidad.
Más cultura es lo que necesita nuestro país y menos entretenimientos morbosos y violentos que sólo buscan acaparar cuotas de audiencia encaminada a subir la publicidad, pero que, a la postre, en muchos casos, en el fondo engendran xenofobia y racismo y chocan contra la libertad y convivencia ciudadana tan necesaria en un Estado democrático.
Igualmente recordar para aquellos que los humanos somos ciudadanos del mundo, no sólo de una nación, de una región o de un gueto y por ello debemos respetar lo mismo a un negro que a un blanco, a un pobre que a un rico y por supuesto no olvidar nunca que el que emigra no lo hace voluntariamente. Si lo hace es forzado por las circunstancias. No es hogar el país que lo acoge, es exilio.
Un ejemplo claro lo tenemos en los españoles cuando, por motivos políticos o económicos, se tuvieron que ir a Francia o Alemania u otros países.
Espero que el dicho de «Madrid, ciudad abierta», en la que nadie se sienta extranjero se cumpla y que esta crónica sirva para hacer reflexionar a los lectores de La Calle.
Las Rozas de Madrid, 1 de diciembre de 1993”
Francisco Naranjo Llanos, Director Fundación Abogados de Atocha y sindicalista de CCOO.
P.D.- Actos que se realizaron en el 20 aniversario del asesinato de Lucrecia Perez, convocados por diversas organizaciones sociales y sindicales en su recuerdo y homenaje.
Gracias por recordar esa fecha tan nefasta para Lucrecia y otros compañeros dominicanos, pero a su vez vimos el cariño y el apoyo de muchos y muchas españolas.
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