Cuadro que me dedico el artista Pepe Molleda... Pero hay un rayo de sol en la lucha que siempre deja la sombra vencida (Miguel Hernandez.) |
El 30 octubre del 2010
Miguel Hernández habría cumplido 100 años si la salud, la guerra
y especialmente el régimen franquista, no hubieran acabado con él, en la
cárcel de Alicante el 28 de marzo de 1942, a la temprana edad de 31
años.
En la actualidad casi todo el
mundo conoce a Miguel Hernández, el poeta de Orihuela, su pueblo y el mío, al
poeta de las Nanas de la Cebolla, poesía dedicada a su hijo Manuel,
escrita desde la cárcel de Alicante para su mujer Josefina Manresa. Por cierto,
que casualidad, pero otra extraordinaria mujer también se llama Josefina (de
apellido Samper), la compañera de toda la vida de Marcelino Camacho.
Reitero, hoy en día todo el
mundo sabe que Miguel es el compositor de esas grandes y famosas
poesías, que canta con gran maestría, Juan Manuel Serrat: El niño
yuntero, Volvió con tres heridas, Elegía, Para la libertad, Canción ultima, y
recientemente, Hijo de la luz y de la sombra..., pero eso es ahora, con
motivo de su 100 aniversario y en democracia, a partir de los años ochenta,
pero antes era un poeta maldito, olvidado, escondido, maltratado, por el
régimen de Franco,…
Conocí por primera vez a Miguel Hernández en 1967,
a través de esos libros que iban de mano en mano y que desde Méjico y
Argentina nos hacía llegar las Editoriales Austral o Losada y que nos
devolvían, con toda su voz y todo su acento, a aquellos poetas y escritores que
fueron condenados al ostracismo por el régimen fascista. Aquellos libros, como
Serrat dijo años después: “eran ventanas abiertas por las que entraba un aire
nuevo que ventilaba el tenebroso tiempo de la dictadura”.
Trabajaba en aquellas fechas
cerca del rastro madrileño, en concreto en la estación de ferrocarril de Imperial y en él compré: “Vientos del Pueblo”,
el primer gran libro de Miguel que tuve en mis manos. A
pesar de mis 21 años recién cumplidos, aquellos “Vientos del Pueblo”, fueron
los que me hicieron pensar, por primera vez en mi vida, que existía otra
España que yo apenas conocía.
Miguel Hernández, fue y
será, a partir de aquellas fechas, el que me
despertó ideológicamente y el que ha hecho que a lo largo del
tiempo, haya tratado de seguir -seguro que con poco éxito-
los valores del autor de “El rayo que no cesa”, título de otro
de sus libros, pues a pesar de los buenos y grandes poetas que la generación
del 27 dio a España; Rafael Alberti, Federico García Lorca, Pedro Salinas,
Jorge Guillen, Luís Cernuda, Dámaso Alonso, Gerardo Diego, Vicente Aleixandre…. como
Miguel, el poeta del pueblo, ninguno.
Durante este año 2010, muchos
somos los que recordamos y rendimos homenaje a Miguel Hernández por sus cien
años de su nacimiento. Dentro de otros cien, todos estaremos muertos y la
mayoría olvidados, pero Miguel será, estoy convencido, más conocido, aunque
ahora, pues su poesía no solo es actual, sino tan futura como sus palabras:
“Los poetas somos viento del pueblo: nacemos para pasar soplando a través de
los poros y conducir sus ojos y sus sentimientos hacia las cumbres más
hermosas”
Jamás me ha gustado ser fan de
nadie, ni en lo ideológico, ni en lo deportivo, ni en lo personal, pero como
dicen que no hay regla sin excepción, en mi caso, esa excepción es MIGUEL
HERNANDEZ GILABERT, poeta de Orihuela, su pueblo y también el de todos los que
amamos el pensamiento, la obra y la poesía de Miguel.
"El niño yuntero" poema de Miguel Hernández, interpretado por Joan Manuel Serrat.
Francisco Naranjo, director
Fundacion Abogados de Atocha y sindicalista de CCOO.
Muy buena reseña, los logros de este señor fueron increibles, un gran ejemplo a seguir.
ResponderEliminarGracias una vez más, por recordarnos esas cosas importantes de la vida, por este homenaje a ese gran hombre y poeta, que junto con Lorca son de mis preferidos.
ResponderEliminarUn beso Ronteky
Fantástica pequeña y grande historia.
ResponderEliminarMuchas gracias por recordarnos el aniversario de su fallecimiento (asesinato). Miguel Hernández y Lorca son mis poetas preferidos. Sus abarcas vacías, sus a abarcas desiertas, siempre están en mi mente.
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