Conmemoramos, este año, el 132 aniversario de aquel Primero de Mayo de
1886, en el que los trabajadores de Chicago padecieron la brutal represión en
una huelga y en las manifestaciones en las que reivindicaban la jornada laboral
de ocho horas, que constituía la base de unas condiciones dignas de trabajo.
Movilizaciones en las que murieron y fueron heridas muchas personas y que
culminaron en la revuelta de Haymarket Square. Sucesos
que supusieron condenas de muerte, cadena perpetua o numerosos años de cárcel a
8 trabajadores que quedarían para la historia como “Los mártires de Chicago”
También conmemoramos el 128
aniversario del primer Primero de mayo de en España en 1890. Y en dicho sentido
recordar que en el Congreso fundacional de la Segunda
Internacional celebrado en París el año 1889 se tomó la decisión de celebrar el
1º de mayo como una gran manifestación internacional en esa fecha fija para que
en todos los países y ciudades para que los trabajadores reclamasen la
reducción de la jornada laboral a las ocho horas.
A partir de esas fechas los 1 de mayo han tenido un largo recorrido
cargado de persecuciones, cárcel, dolor, tortura y muerte, bajo acusaciones
parecidas, a cargo de los patronos, los poderosos, los ricos y sus ejércitos
Por ello es buen momento para recordar que, pese a los años
transcurridos, las formas de explotación de la clase trabajadora siguen siendo
básicamente las mismas, aunque se han perfeccionado de tal manera que, al igual
que en aquellos lejanos días, son presentadas y asumidas como inevitables y
hasta necesarias.
Y, sin embargo, la clase trabajadora sigue existiendo, porque la
explotación de los trabajadores y trabajadoras no ha desaparecido. Es más, esa
explotación se ha despojado de la careta y se nos muestra en su más cruda
realidad.
En fin sigamos con la historia. Como decía antes tendríamos que
remontarnos a 1890, cuando se celebro el 1 de mayo por primera vez en nuestro
país, con unas organizaciones del movimiento obrero dividido. Por un lado el anarquismo que
convoco huelga general, mítines y manifestaciones para el 1 de mayo y
siguientes días y por otro los socialistas
que convocaron mítines y manifestaciones para el día 4 de mayo.
En Madrid los anarquistas protagonizaron mítines el día 1, destacando el
celebrado en el Retiro, mitin y que
continuó con una manifestación hasta el Congreso de los Diputados donde se
entregó un escrito con reivindicaciones obreras a su presidente, Alonso
Martínez.
Los
socialistas realizaron un mitin el 4 de mayo y después se encaminaron con un
cortejo de treinta mil personas a entregar al presidente del gobierno la tabla
reivindicativa, por aquel entonces Sagasta.
El balance del primer 1º de mayo español fue significativo. Al ser la
primera movilización obrera general el éxito fue indudable y, por consiguiente,
tanto los patronos como el gobierno comenzaron a ser conscientes que, a partir
de entonces, había que tener en cuenta al movimiento obrero.
En cuanto en los siguientes años, aunque en principio no se tenía
pensado repetir la convocatoria del 1º de mayo, el éxito de las convocatorias
de 1890 en las grandes ciudades europeas hizo que diversas organizaciones del
movimiento obrero europeo se pronunciasen en los meses posteriores para su
reedición, continuando siendo la reducción del tiempo de trabajo la bandera del
1º de mayo de 1891 con menor éxito que las movilizaciones del año anterior y
mayor dureza represiva por parte del gobierno de turno español, en este caso el
del conservador Canovas del Castillo.
Es esa época es de destacar los primeros de mayo de los años 1913 y
1914: En esos dos años las mujeres tuvieron un protagonismo especial. El
primero de esos dos años encabezaban las manifestaciones los niños de las
escuelas laicas y las damas rojas que entonaban la Internacional, la Marsellesa
y otros himnos y canciones de la clase obrera.
En 1917, después del octubre revolucionario ruso y el empeoramiento de
las condiciones de vida de los trabajadores, como resultado de los desastres de
la guerra, Europa conoce una gran efervescencia social, que se traduce en
tumultuosos avances de las organizaciones sindicales y en estallido constante
de huelgas, que en España se concreta en la exitosa huelga general de 1917 y la
consecución en una gran mayoría de países de Europa de las anheladas jornadas
de 8 horas.
A partir de entonces se alternaron años en los que se autorizó la
celebración con otros de prohibición. El Primero de Mayo de 1919 fue tranquilo
en Madrid. La manifestación se desarrolló desde la plaza de Isabel II hasta la
plaza de la Independencia, y por la tarde los obreros y sus familias merendaron
en la Dehesa de la Villa.
Al año siguiente, 1920, hubo incidentes en la manifestación madrileña
porque hubo disparos en la calle Arenal, aunque no pasó nada más. En ese año,
en las peticiones al gobierno se solicitó el restablecimiento de las garantías
constitucionales y una reducción del ejército. No pudieron faltar las
reivindicaciones obreras: el cumplimiento de la legislación social y el
abaratamiento de los precios de los alimentos.
La celebración del año 1922 además de las manifestaciones se convoco un
paro de un día. Las peticiones siguieron mezclando lo sindical con lo político,
destacando la protesta contra la guerra de Marruecos. En esos años, Largo
Caballero desempeñó un gran protagonismo en el Primero de Mayo.
En la Dictadura de Primo de Rivera (1923/1930) fueron prohibidas las
manifestaciones y la celebración del 1 de mayo, pero se permitió que los
socialistas realizasen actos de tipo cultural en recintos cerrados, como
conferencias. También se permitieron las reuniones de ocio y deporte en el
campo: en la Dehesa de la Villa y en Puerta de Hierro siguieron
desarrollándose.
Pero el gobierno siempre desplegó muchas fuerzas para evitar manifestaciones
y concentraciones de otro tipo. Eso no fue obstáculo para que se diesen paros,
especialmente en el comercio.
Primo de Rivera nunca quiso reprimir con dureza a los socialistas,
dentro de su estrategia para que colaborasen en el sistema corporativo, frente
a la represión sin miramientos que sufrieron los anarquistas.
El Primero de Mayo de 1931 fue extraordinario, en especial por dos
razones. Se celebró a las pocas semanas de la proclamación de la República y,
sobre todo, porque fue la primera celebración como fiesta oficial.
Efectivamente, el gobierno provisional, a propuesta del ministro de Trabajo,
Francisco Largo Caballero, había establecido el día 1 de Mayo como Fiesta
oficial del Trabajo.
La celebración de 1931 fue una manifestación de alegría democrática en
todo el país. En Madrid se puso en marcha pasadas las diez de la mañana. La
capital estaba llena de banderas republicanas. En la cabecera de la
manifestación iban del brazo el rector de la Universidad de
Salamanca, Miguel Unamuno, el ministro de Trabajo, Francisco Largo
Caballero, el ministro de Hacienda, Indalecio Prieto y el alcalde de la
capital, Pedro Rico. También hubo representantes del movimiento obrero
occidental y de la OIT.
En los recuerdos de la historia del 1 de mayo, es destacable que meses
antes del golpe de estado de Franco y de la posterior guerra in-civil, el 1º de mayo de 1936, fue un gran primero de mayo de unidad
obrera y frente popular, celebrado poco después de la victoria política del Frente
Popular en febrero de ese mismo año. Ese año se manifestaron en Madrid medio
millón de personas. Las banderas rojas se mezclaron con la tricolor de las
republicanas, en el cortejo de los manifestantes que expusieron sus
reivindicaciones al presidente Azaña.
La alegría duro poco, pues dos meses después, una parte del ejército se alzo en armas
contra la Republica dando así el inicio de la guerra in-civil y la posterior
dictadura a partir de 1939. Durante los tres años que duro la guerra los actos
del primero de mayo fueron muy escasos, entre otras cosas porque donde triunfo
el golpe de estado lo primero que hicieron fue prohibir cualquier tipo de
movilización.
Y ya en la Dictadura Franquista, ese periodo negro de nuestra historia,
se suprimió la festividad del 1 de mayo. Concluida la guerra una orden del 9 de
marzo de 1940 ratifico la suspensión, hasta el año 1956 que el ministro del
sindicato vertical José Solís, después de una visita al Vaticano, se adhirió al
uno de mayo, como fiesta de SAN JOSE OBRERO, “por solidaridad con la disposición
de la Santa Sede”.
A partir de 1957 la Organización Sindical Educación y Descanso
organizaría todos los años un espectáculo denominado “demostración sindical”.
Grupos de trabajadores y trabajadoras realizaban ejercicios gimnásticos y
folclóricos ante el dictador en el estadio de Chamartín. (Actual Bernabeu).
Pocos años después estos actos se complementarían con la retrasmisión
por TV de dos espectáculos de masas más populares por entonces. Un partido de
futbol y una corrida de toros, procurando que estos los protagonizaran los
toreros situados en la cima del escalafón y que el partido de futbol lo jugasen
dos grandes equipos. El objetivo era retener a los trabajadores en sus casas y
no asistieran a los actos ilegales que comenzaban a convocar el movimiento
obrero y la oposición clandestina.
A partir de los años sesenta con la revitalización del movimiento obrero
a través de las Comisiones Obreras, comenzó a generarse una nueva dinámica
en relación con la celebración del Primero de Mayo. El día anterior, es decir,
el 30 de abril, se establecía como jornada de lucha con paros cortos, boicots
al transporte colectivo de las grandes empresas y minutos de silencio en los
comedores de las fábricas
También a partir de 1960, las organizaciones de la Acción Católica,
inician un despertar crítico. Comienzan a proclamar la dignidad obrera,
especialmente a través de las organizaciones la HOAC y de la JOC “Juventud
Obrera Católica”. De manera paralela estas organizaciones comienzan a colaborar
con militantes del movimiento obrero.
Como ya he comentado la festividad del 1 de mayo quedo suprimida y el
derecho de reunión, manifestación y huelga y hasta 1962 estuvo tipificado como delito de
rebelión militar. En estas condiciones eran difíciles por no decir
imposible hacer grandes actos.
A pesar de ello a partir de los años 60 el PCE y las incipientes CCOO,
llamaban a manifestarse en la calle el 1 de mayo, lanzando octavillas.
La respuesta a estos llamamientos no era una manifestación tal como la
conocemos hoy. Eran concentraciones más o menos numerosas en las aceras en
torno a locales sindicales del vertical.
Y fue a partir de 1962, después de las huelgas mineras de la primavera y
hasta 1976 cuando en España dibujaría una curva ascendente de conflictividad
laboral, incluidos los 1 de mayo. Por ejemplo en el 1 de mayo de 1967 en Madrid
miles de trabajadores se dieron cita en
Gran Vía, recorriendo de arriba abajo y al revés las amplias aceras de
esa calle madrileña.
En 1975 y 1976, en un contexto sin precedentes de la conflictividad
laboral en España se dio un paso más desafiando en la calle a las autoridades
el 1 de mayo de manera masiva.
En Madrid, además de los repetidos y masivos saltos y cortes de tráfico
de por la mañana, por la tarde nos íbamos a la Casa de Campo donde la policía
armada a caballo trataba de dispersarnos cuando nos concentrábamos.
Las organizaciones sindicales fueron legalizadas en
abril de 1977. Por entonces ya habían sido legalizados los partidos políticos.
A pesar de ello el Gobierno de Adolfo Suarez prohibió las manifestaciones del 1
de mayo a lo largo y ancho de la geografía española. De forma excepcional
fueron autorizados algunos mítines en recintos cerrados.
En Madrid se había convocado una concentración con mitin incluido en los
alrededores del campo del Rayo Vallecano, en la popular barrida de Vallecas. La
policía disperso con material antidisturbios a todos aquellos grupos de trabajadores que intentaron concentrarse a
lo largo de la mañana. No se pudo realizar el mitin.
Por la tarde se había organizado una fiesta campestre en el Pinar de las
siete hermanas en la Casa de Campo, fiesta que tuvo un carácter pacífico hasta
que al final de la tarde intervino la policía.
La jornada de aquel 1 de mayo de 1977, se saldo con tres heridos graves,
doscientos heridos de diversa consideración y centenares de detenidos.
Y fue en 1978 cuando de verdad, tras la vuelta a la democracia,
realizamos un 1 de mayo en libertad. La prensa destaco al día siguiente la
normalidad ciudadana con la que trascurrió la conmemoración y en la que
participaron centenares de miles de personas. La manifestación central se
celebro en Madrid bajo una constante lluvia. A pesar de ello se calcula que
acudieron a la manifestación alrededor de trescientos mil trabajadores, que desfilaron
desde Paseo de las Delicias a la Puerta de Alcalá, con servicio de orden impresionante,
de cerca de diez mil militantes. Todo en un ambiente general de entusiasmo.
Este año 2018 hay convocadas 80 manifestaciones en el conjunto del
estado español, con el slogan “Tiempos de ganar” y las principales
reivindicaciones se centran en reclamar mas y mejor empleo, mayores salarios,
pensiones dignas y mas igualdad.
Esperemos que la clase trabajadora este, una vez más, a la altura y se
manifieste masivamente en las calles, al igual que se ha hecho durante los
últimos cuarenta años. Los motivos y la fecha lo merecen.
FRANCISCO NARANJO LLANOS
Director Fundación Abogados Atocha
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