Erase una vez
una mariposa blanca
que era la reina de todas las
mariposas del alba
se posaba en los jardines
sobre las flores más bellas
y le susurraba historias
al clavel y la violeta
que era la reina de todas las
mariposas del alba
se posaba en los jardines
sobre las flores más bellas
y le susurraba historias
al clavel y la violeta
( Lole y Manuel )
Serian cerca de las cinco de la madrugada cuando había cogido el sueño por cansancio y estaba completamente dormido a pesar del frió que hacia aquella noche, cuando de golpe me despertó el eco de una canción, con un gran timbre de voz, un sonido muy dulce y a su vez fuerte, que se me metía por los oídos. Esos son las dos cosas que más recuerdo de aquel festival a pesar de los más de 30 años transcurridos: Aquella fabulosa voz y el frío que pasamos.
Creía que estaba soñando, pero no, lo que pensaba aun medio dormido, era verdad verdadera. Estábamos a más de quinientos metros del escenario, pero se escuchaba con total nitidez. No había dudas, era Lole, la cantante del dúo “Lole y Manuel” que por aquel tiempo eran de los más conocidos, tanto en los escenarios como en las emisoras de radio. Estuve unos minutos escuchando la voz de Lole con los ojos cerrados que es la mejor manera de escuchar esa gran voz.
Con ellos y hasta cerca de las siete de la mañana termino aquel festival de música, llamado de la “Luna Menguante”, que se celebró en una gigantesca explanada en un pueblecito llamado Fuenteguinaldo en Salamanca, desde el sábado por la tarde hasta la mañana del domingo 19 de agosto del año 1979. Ya ha llovido.
Fuenteguinaldo es un municipio del suroeste de la provincia de Salamanca, próximo a la sierra de Gata, Extremadura y Portugal, integrado en la comarca de Ciudad-Rodrigo.
Habíamos acudido al lugar desde Mérida, en Agosto en pleno verano con un R.8, ya de tercera mano, por supuesto sin aire acondicionado y en el que viajamos cinco personas. Tardamos en el trayecto cerca de cuatro horas a pesar de que solo hay 200 Km , eso sí por unas carreteras regionales, como el automóvil también y nunca mejor dicho “regionales”.
Llegamos sobre las seis de la tarde y aparcamos como pudimos, ya que como nosotros estaban llegando unas 20.000 personas, en 4000 vehículos, entre autobuses, coches y motos, según las hemerotecas de la época, pues a nosotros no nos dio tiempo contarlas.
Situamos la tienda de campaña de tres plazas para cinco a una distancia prudencial, a unos 500 metros del escenario y mucho antes de que comenzaran las actuaciones casi media explanada estaba ya cubierta de gente apalancada en tiendas de campaña, sacos y mantas y dispuesta a pasárselo lo mejor posible.
Miles de jóvenes venidos de muy distintos puntos de España y Portugal asistieron al Festival de la Luna Menguante, con participación de Los Jaiva, Tribu, Victorino, Iceberg, Manolo Sanlúcar, Sergio Godinho, Tequila, Pernil Latino y Lole y Manuel. El Festival de la Luna Menguante ha constituido uno de los mayores acontecimientos musicales de cuantos se han celebrado en esa región, pese a las ausencias de Víctor Manuel y Triana, que también figuraban en el programa y que por diversas causas no participaron.
Como decía antes, tiendas de campaña, mantas y sacos de dormir, junto a las botellas de vino o licor, los bocadillos y el «chocolate», constituían el principal equipaje de los viajeros. La “luna menguante” no hizo su aparición hasta las cinco y pico de la mañana, mientras Pernil Latino ponía música de cha-cha-cha a la fría noche. La fiesta había alcanzado su momento culminante dos horas antes, sobre la tres, cuando Tequila invitó al personal a bailar un rock and roll en la plaza del pueblo y la gente abandonó los sacos de dormir y las mantas para combatir el frío a golpes de ejercicio físico y mucho ritmo.
Los asistentes habíamos disfrutado ya con Iceberg o Manolo Sanlúcar, que junto a Lole y Manuel, ofrecieron la música más interesante del festival.
Pero la fiesta tenía, además, otros rumbos y el personal se divertía con por ejemplo un alemán que acudió hasta el escenario para reclamar a su pareja que se había perdido o con los comentarios irónicos de un presentador que quería hacerse el simpático y no lo conseguía en su intento de hacerse el gracioso y de paso reunir a los desperdigados entre el gentío y las jaras. Yo le decía a un cuñado que nos acompaño, -de broma, pero el se lo tomaba en serio- que había dicho el presentador, que su cuñada Antonia, muy beata ella para los trotes de esa fiesta, que lo esperaba en la parte de atrás del escenario y Miguel, mi cuñado, se aprestaba a ir a ver si era verdad, a pesar del frío reinante y por la cantidad de gente que había que sortear hasta llegar al escenario.
En fin que desde las ocho y media de la tarde del sábado, hora en que dio comienzo el festival, hasta las siete y media de la mañana del domingo, en que Lole y Manuel lo finalizarón, con el Sol naciente al fondo, en plena alborada, muchas gentes abandonaron el recinto, al no poder soportar ya más los menos de ocho grados de temperatura y el viento frío, casi helado, que sopló durante toda la noche.
De vuelta a Mérida nos bañamos en una de los muchos manantiales que hay por Extremadura, en la provincia de Cáceres, en el Valle del Jerte y la Vera, en concreto en uno de los que llaman “garganta” de un agua cristalina y clarísima. Lo recuerdo porque desde fuera, con más de dos metros de profundidad vimos una cosa roja, que resulto ser un collar de bolitas rojas. Collar que aun conserva mi compañera, a pesar de los más de 30 años trascurridos. Verdad, verdadera.
En recuerdo de aquel día os dejo esta canción "Un cuento para mi niño" de Lole y Manuel, recomendando que se escuche a ser posible con los ojos cerrados:
RONTEKY