Con mi hermano y mis primos en los años 50 en Merida (Badajoz) |
Por el cinco de enero,
cada enero ponía
mi calzado cabrero
a la ventana fría.
Y encontraba los días
que derriban las puertas,
mis abarcas vacías,
mis abarcas desiertas.
“Las desiertas abarcas” de Miguel Hernández.
A mí,
la verdad, siempre me han gustado más los Reyes Magos que Papa Noel, pues los veía
más auténticos, mas nuestros. Eso del hombre gordo vestido de rojo lo veía muy
lejano. Tan lejano que cuando yo era niño, que es cuando más te gustan los
reyes, no recuerdo ni siquiera que existíera Papa Noel.
Bueno,
teniendo en cuenta que yo procedo de un pequeño pueblo de Extremadura y en
aquella época no existía TV ni redes sociales, era lógico que no lo conociera.
Lo máximo una radio, radio que no recuerdo que hablara de Papa Noel, si de lo
Reyes Magos y si de lo bien que vivíamos
en España, mas menos igual que ahora, sobre todo por los muchos pantanos que teníamos.
Y nos
gobernaba un gallego, un fascista llamado Franco, mas menos igual que ahora… que también nos
gobierna un tal Rajoy, menos fascista pero muy de derechas y también gallego. Cada siglo uno. Estamos aviados con algunos gallegos,
con perdón de los habitantes de Galicia.
Volviendo
a lo de los Reyes Magos, había cogido la pluma -es un decir- pues uno ya escribe directamente
en el ordenador, entre otras cosas porque tiene menos falta de ortografía que
la pluma y además tiene sinónimos, cuestión que no tiene tampoco la pluma, digo que había cogido la pluma para contar los
reyes que a mí me traían, un año sí y otro también, al menos hasta donde me
alcanza la memoria.
El
regalo que más recuerdo en aquellos años de los cincuenta era una caja de lápices
de colores, marca Alpino, eso sí de docena, pero cortos, que para mi eran
largos, lo de cortos me entere muchos años después, lapiceros que aunque
parezca mentira me duraban hasta el año siguiente. Y eso que a veces venían acompañados
con un pequeño afilalápices, cuestión que era interesante pero perjudicial,
pues de tanto afilarlos se acaban antes. Y eso era todo por ese año.
Otros
años recuerdo que además de los consabidos lápices me dejaban una pequeña cajita
de mazapán redonda y dentro había un dulce en forma de culebra, que en
principio daba un poco de miedo pero luego con lo rica que estaba perdía
uno cualquier precaución. Jo, los años
que los reyes me dejaban dos cosas era el niño más feliz del mundo.Y el año que los reyes nos traian un estuche de madera, -plumier, le deciamos-, era la ostia...
Y no me
digáis que era poco y que lastima de niños, que en ese sentido mucho peor era lo
que paso y me contaba mi suegra, que en sus tiempos de niña, los reyes le traían todos
los años “un duro de plata”, una moneda
de cinco pesetas grande, con la que mi
suegra -niña- disfrutaba jugando el día de reyes todo el día. Pero el problema era
que al día siguiente ya no tenía el duro de plata, pues los reyes habían vuelto
y se habían llevado el duro hasta el año
siguiente. O sea le habían dejado un regalo temporal, como algunos contratos de
trabajo.
Ahh, y
estos regalos me los traían después de pasarte todo el día anterior preparando
el agua para los reyes, el heno para los camellos, le dejaba incluso la
chimenea encendida por si venían frios, etc., etc.
En fin,
que queréis que os diga: En aquellos años 50 sí que eran importantes y esperados los Reyes Magos y no ahora, que yo
creo que se han vuelto incluso clasistas, pues para algunos niños le traen
un montón de juguetes y a otros no les traen nada, incluso ni carbon, ...bueno tengo que reconocer que al igual que entonces para que vamos a discutir...
Verdad,
verdadera, es lo que hay. Vale ¡!.
“Las desiertas abarcas” de Miguel Hernández.
Francisco Naranjo Llanos, director Fundación Abogados de Atocha y sindicalista de CCOO.
Vivencias compartidas y reconozco que con añoranza, supongo que no por los regalos o la situación en si, sino por la edad y las personas ausentes.
ResponderEliminar....demasiado bien estamos (gallego presente incluido) para lo que "pasemos" y donde "habemos" llegao... (El descubrir, al final de ésa década, que había un Cartero Real en la puerta de Galerías Preciados...que te hablaba mientras te hacían una foto... Foto que aún conservo)
ResponderEliminarel texto muy bonito pero la foto es genial, un beso.
ResponderEliminarY ya si los Reyes te echaban un plumíer
ResponderEliminarera la ostia.
Qué recuerdos!!! Yo no olvidaré jamás mi triciclo de madera.....
ResponderEliminarYo recuerdo un muñeco de SEPU y cuando salí a jugar toda la corrala tenia el mismo muñeco
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