NO SE PREOCUPE, YO LEO CUADERNOS PARA EL DIALOGO

Mesa apertura Congreso Internacional en la Universidad de Salamanca, celebrado del 17 al 20 de octubre de 2023.
La pasada semana participe en la sesión de apertura del Congreso Internacional “Derechos humanos e igualdad de género en la construcción de la ciudadanía”, celebrado en la Facultad de Geografía e Historia de la Universidad de Salamanca. Un congreso que tenia como hilo conductor el 60 aniversario de la creación de la revista Cuadernos para el Dialogo, con el fin de reflexionar y debatir sobre la memoria democrática y evolución de la ciudadanía en nuestro país.

Me encanto participar en nombre de la Fundación, pues, aunque este Congreso no está estrechamente vinculado a la Memoria de Atocha, sí lo están personas como Joaquin Ruiz-Giménez, máximo impulsor de Cuadernos para el Dialogo, pues Ruiz-Giménez, además de ser el abogado defensor de Marcelino Camacho y de Julian Ariza, recibió junto a Marcelino, en el año 2006, el Premio Abogados de Atocha, quedando vinculado a la Fundación para siempre. 

También Gregorio Peces Barba, otra persona importante en Cuadernos para el Diálogo, fue miembro del primer Patronato de la Fundación Abogados de Atocha, además de Rector de la Universidad Carlos III, universidad, donde existe un espacio público que recuerda a los abogados laboralistas de Atocha 55. Así mismo durante el Congreso intervendrían dos miembros destacados del Patronato de la Fundación, Cristina Almeida y Jose Maria Mohedano.

En mi intervención trasmití dos agradecimientos especiales: a Paz Pando Ballesteros, directora de este Congreso, por haber tenido la deferencia de invitar a la Fundación, así como por su excelente trabajo, junto a su equipo, para que este congreso estuviese estupendamente organizado y al secretario de Estado de Memoria Democrática, Fernando Martínez López, por la gran labor que está realizando en su dificultosa y ardua tarea sobre la memoria histórica.

Junto al secretario de Estado y la directora del congreso, intervinieron en el acto de apertura, el rector de la Universidad de Salamanca, Ricardo Rivero, José Luis de las Heras, decano de la Facultad de Geografía e Historia; Fernando Carbajo, decano de la Facultad de Derecho, e Iñaki Martín, director del Departamento de Historia Medieval, Moderna y Contemporánea de la USAL

En paralelo al congreso, el vestíbulo de la facultad de geografía e historia, acoge estos días la exposición “Cuando diálogo significaba democracia. 60 aniversario de la Revista Cuadernos para el Diálogo”, producida por el Servicio de Actividades Culturales de la Universidad de Salamanca.

Cartel del Congreso Internacional 

Aproveche la apertura de este importante Congreso, para resaltar, una vez más, que la Fundación Abogados de Atocha,  tiene como objetivo fundamental, mantener vivo el recuerdo, los valores y el espíritu de justicia, de los abogados laboralistas que sufrieron el atentado de Atocha 55, atentado perpetrado por un comando de ultraderecha, el 24 de enero de 1977 y en el que resultaron asesinados cuatro abogados (uno de ellos de Salamanca: Serafín Holgado) y un sindicalista de CCOO, represaliado de Telefónica. Cuatro abogados más, resultaron también gravemente heridos”.

Incidí en mi intervención sobre la importancia de Cuadernos para el Dialogo, en aquellos años negros de la dictadura franquista. Hablamos de que Cuadernos se puso en marcha en octubre de 1963. Estos son algunos de los retazos de lo que dije, basado sobre todo en la información que previamente me proporciono especialmente Julian Ariza. Gracias Julian.

Cuadernos para el Diálogo, en los años 60/70 del siglo pasado, fue una revista referente para importantes sectores del espectro político antifranquista. Representantes de ese espectro pudieron expresarse a través de sus páginas -casi siempre con la losa de la autocensura- y algunos de ellos participaron, además, en reuniones del que venía a ser el Consejo Editorial de la publicación. Julián Ariza fue de los que tuvo ese privilegio.

Recordando aquella experiencia cabría preguntarse cómo fue posible que una revista que, pese al tono moderado de sus páginas, resultaba claramente crítica, pudiera dar luz, ante la oscuridad franquista y mantenerse desde 1963 hasta algunos años después de muerto Franco.?

Aunque son varias las hipótesis que pueden barajarse, una de ellas, sería atribuirlo al relieve público y al prestigio alcanzado por Ruiz-Giménez, precisamente por haberse distanciado del Régimen que en un momento dado le nombró ministro de Educación. De alguna manera eso le hacía menos vulnerable.

Pero hay que recordar que distanciarse en aquella época habiendo ocupado altas responsabilidades requería no sólo mostrar el desacuerdo por la prolongada ausencia de libertades sino una buena dosis de coraje, pues poco tiempo después de la publicación de Cuadernos a través de un panfleto de matriz falangista, la propia integridad física de don Joaquín corría riesgos.

La envergadura ética y el compromiso por abrir caminos de libertad, respeto al pluralismo y justicia social formaban parte de una figura como la de Ruiz-Giménez y puede ilustrarse por la experiencia que se vivió en una empresa del metal, de las consideradas cunas de Comisiones Obreras, como fue Perkins Hispania, en la que trabajaban tanto Marcelino como Julian Ariza.

Don Joaquín Ruiz-Giménez, era presidente del Consejo de Administración de Perkins. Se tuvo un litigio con la dirección de la fábrica que acabó en Magistratura de Trabajo. Se trataba de eliminar un derecho que los trabajadores considerábamos adquirido, y el Jurado de Empresa le pidió a don Joaquín –así se referían siempre a él- que como conocedor de los antecedentes testificara a favor. Así lo hizo e inmediatamente lo destituyeron de su cargo.

Al despedirse de la empresa, Don Joaquín, comentó a Marcelino y a Julián, que iba a lanzar una revista que llamaría “Cuadernos para el Diálogo” para la que les pedía que colaboraran. Así lo hicieron y así se consolidó una relación de afecto y amistad que, a través de distintas peripecias, incluida la defensa que como abogado defensor ejerció en varios de los procesos y condenas que Camacho y Julián sufrieron, se convirtió en permanente.

Por todo lo referido, llegamos a la conclusión que a Joaquín Ruiz-Giménez la democracia le debe mucho más de lo que le pagó. Porque no fue sólo sacar adelante “Cuadernos para el Diálogo”, fue también un testimonio continuo de compromiso con la tolerancia, la convivencia de los españoles y, sobre todo, con la democracia y sus libertades, y aunque seguros se ha dicho muchas veces, en este 60 aniversario creo que conviene recordarlo de nuevo.

En relación con el enunciado del programa del congreso, de la parte relacionada con “el papel de los medios de comunicación, y en concreto de la prensa, en los procesos de democratización”, brevemente, creo y lo digo con total sinceridad, por mi experiencia de más de tres décadas tratando con periodistas, considere que la prensa hizo en general, un excelente papel sobre la democracia y las libertades, al final de la dictadura y en la transición.

Ese papel, se ha ido ensombreciendo a lo largo de finales del pasado siglo y lo que llevamos de este, pues están pesando mucho, quizás excesivamente, el papel de los propietarios de los medios, sobre los profesionales, es decir los periodistas.

En fin, no quisiera terminar sin contar una interesante anécdota, relatada en la sesión de apertura, por el secretario de Estado de Memoria Democrática, Fernando Martinez, relacionada con Cuadernos para el Dialogo y su servicio militar en el Sahara, que demuestra el valor democrático de la revista. 

Estaba el bueno de Fernando cumpliendo la mili en África, en el llamado Sahara Español, cuando el capitán de turno echo mano de sus antecedentes, relacionados con su rebeldía juvenil y en base a ellos lo mando a una base aún más alejada y desértica de su destino. Cuando se incorporó a ese nuevo lugar, se encontró con el responsable militar de aquel lugar, que, viéndolo con un cierto miedo, para darle ánimos le comento: “No se preocupe Vd, yo leo Cuadernos para el Dialogo”. Y la verdad que esas palabras, le hizo pensar que no había caído en mal lugar. Y así fue, no paso una mili tan mal como esperaba.

Francisco Naranjo Llanos, director Fundación Abogados de Atocha y sindicalista de CCOO.  

P.D.- Este articulo también se puede leer en OPINION, en  Madridiario.es  

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