NOS DEJO EL POETA MARCOS ANA

Decidme cómo es un árbol,
contadme el canto de un río
cuando se cubre de pájaros,
habladme del mar,
habladme del olor ancho del campo
de las estrellas, del aire.

                       (de su poema: Decidme cómo es un árbol)
Su último adiós se le dio en el Auditorio Marcelino Camacho de CCOO el sábado, 25 de noviembre de 2016, un adiós que ha supuesto un acto de homenaje y despedida a Marcos Ana, poeta, compañero, comunista, luchador por la libertad…
Fernando Macarro Castillo, conocido como Marcos Ana, ha muerto en Madrid a los 96 años, el  24 de noviembre del pasado año.
Marcos Ana, el gran poeta comunista, era uno de los últimos supervivientes que más tiempo cumplieron condena en las cárceles del Dictador Francisco Franco (23 años). Fue encarcelado en 1939 y condenado a muerte cuando sólo tenía 18 años.
En prisión, muy joven,  empezó a escribir sus poemas y el pasado año 2015 publicó su última obra, “Vale la pena luchar”, en la que alentaba a los jóvenes a seguir perseverando por un mundo más justo.
“Los presos políticos fuimos los primeros en aceptar la política de reconciliación nacional, pero una cosa es la amnistía, que era necesaria, y otra la amnesia”, decía Marcos Ana, que firmaba bajo este seudónimo literario, en recuerdo de sus padres campesinos, Marcos Macarro y Ana Castilla.
De origen humilde, nació el 20 de enero de 1920 en el pequeño pueblo salmantino de San Vicente de Alconada, aunque creció en la vecina Ventosa del Río Almar, donde a los quince años vivió el estallido de la contienda civil. Con 16 años, se alistó en el bando republicano y cuando estaba finalizando la guerra incivil, en marzo de 1939, fue capturado en el puerto de Alicante y conducido al campo de concentración alicantino de Albatera.
Aunque consiguió evadirse y ocultarse en Madrid, a los pocos días fue detenido y comenzó su periplo por las prisiones españolas: la cárcel del Conde de Toreno; el penal de Ocaña, donde estuvo 307 días incomunicado; la prisión de Alcalá de Henares y el penal de Burgos, donde pasó 15 años.
En esta etapa, como otros muchos presos, sufrió castigos y lo único que le mantuvo con vida era la fuerza que le daban los ideales por los que fue encarcelado durante 23 años y condenado a muerte en dos ocasiones.
Fue durante su estancia en el penal de Burgos, hacia 1954, cuando escribió sus primeros poemas, que firmó con el seudónimo literario de Marcos Ana que ha mantenido hasta su muerte. Tenía entonces 33 años.
Cuando recuperó la libertad, en noviembre de 1961, se exilió a Francia y emprendió una campaña internacional contra la represión política en España y en el mundo y se hizo un firme defensor de los derechos humanos y la democracia.
Un actividad que le llevó a viajar por medio mundo, en especial en Europa y América, donde conoció a Pablo Neruda o Salvador Allende, dos de sus grandes amigos, así como al poeta Rafael Alberti, quien le llamaba “Marco Polo” y “Ciudadano de la Vía Láctea” y a Miguel Hernández, con quien coincidió en la cárcel de Conde de Toreno, en 1939.
En Francia fundó el Centro de Información y Solidaridad con España, presidido por Pablo Picasso. Desde 1973, junto al pintor malagueño y otros intelectuales, participó además activamente en actos de solidaridad con Chile, sometido a la dictadura de Pinochet. Tres años después, regresó a España tras la amnistía de 1976.
Entre sus obras, destacan “Autobiografía”, “Mi mundo es un patio” y “Te llamo desde un muro”, escritas en la cárcel. Sin embargo, su obra cumbre es “Decidme cómo es un árbol” (2007), una novela en la que entremezcla la poesía y calificada por él mismo de autobiografía. Prologada por el escritor portugués José Saramago, Premio Nobel de Literatura, el poeta reconoció que decidió escribir esta obra cuando comprendió que “no tenía derecho a ocultar” su vida, que “era la vida de muchos, la de la Generación de los Vencidos”.
Comunista tolerante y moderado, como se definía, su “única venganza” era “llegar a ver el triunfo de las ideas por las que tantos sufrimos tanto”. Y con ese afán firmó en el año 2015 su última obra, “Vale la pena luchar”, en el que alentaba a los jóvenes a seguir luchando por un mundo más justo y comulga con el activismo del 15M. “Hay que seguir calentando las calles y las plazas porque en la calle está la fuerza”, decía.
Además de ser homenajeado en multitud de ocasiones, obtuvo entre otros galardones la Medalla de Oro al Mérito en el Trabajo, el Premio Rene Cassin de Derechos Humanos, concedido por el gobierno vasco, y en 2010 el premio de la Fundación Abogados de Atocha. También el gobierno chileno reconoció su trayectoria con la medalla presidencial Pablo Neruda.
Con Marcos Ana y Amparo Climent
Por mi parte poco más que añadir a esta extensa y generosa biografía. Quizás un par de cosas personales: Una de ellas es que tuve el honor de asistir a una cariñosa fiesta que le hicieron sus amigos en el Círculo de Bellas artes, con motivo de su 90 cumpleaños y participar activamente para que la Fundación Abogados de Atocha le concediera el premio que lleva su nombre, conjuntamente con Domingo Malagón, el falsificador del PCE.
Otra fecha, que nunca olvidaré, fue cuando en un homenaje que le hizo la Fundación Sindical de Estudios de Comisiones Obreras de Madrid, en octubre de 2009, en un acto brillantemente conducido por los actores Amparo Climent y Juan Diego Botto, se refería a la memoria histórica: “hay quien dice que hay que pasar página, y yo siempre les digo, sí de acuerdo, pero antes de pasar página, hay que leerla”. Que razón tenía Marcos Ana.

En fin, estés donde estés, descansa en paz camarada Marcos Ana. Aquí en la tierra siempre te recordaremos.
Fernando Macarro Castillo nacio en San Vicente, Alconada, 20 de enero de 1920 y murió en  - Madrid, 24 de noviembre de 2016
Francisco Naranjo LLanos, director Fundación Abogados de Atocha y sindicalista de CCOO.

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