Tengo muchas pero hoy me voy a centrar en una que me ocurrió en el Bolshoi, el Teatro Estatal Académico Bolshói, que es la denominación que conserva en la actualidad en Moscu. Famoso teatro conocido en el mundo entero situado en un edificio inmenso con capacidad para 2000 personas. Y a pesar de ello nos contaron cuando estuvimos allí que se sacaban las entradas con tres o cuatro meses de anticipación.
Como decía antes he estado en la antigua Unión Soviética un par de veces en representación de CCOO. En una ocasión a principio de los años 80 en un encuentro mundial de ferroviarios que se celebraba en Moscu y la siguiente vez al comienzo de los 90, con la famosa Perestroika impulsada por Mijail Gorbachov ya en marcha, una reforma que fue ideada durante el Gobierno de Gorbachov con el fin de desarrollar una nueva estructura de la economía interna de la Unión Soviética.
La visión que Mijail Gorbachov tenía para el futuro de la URSS era fundamentalmente reorganizar el sistema político socialista, para así poder conservarlo. Dentro de sus planes de cambio estaba que la sociedad soviética pudiera aceptarlo y asumirlo y así contribuir a la creación de la nueva Unión Soviética.
Como todo el mundo sabe este proceso, estuvo lleno de polémicas con los miembros del Kremlin, trayendo consigo una enorme cantidad de tensiones y consecuencias en la economía y en la sociedad soviética que culminaron finalmente en el fin de la era de Gorbachov y en la caída de la Unión Soviética.
Pero vamos a la anécdota que quisiera contar hoy. Como éramos invitados oficiales nos hicieron el honor de llevarnos a ver una obra de ballet al Bolshói, obra que no recuerdo su nombre. Por supuesto que estuvimos encantados de asistir a esa representación, aunque debido a la falta de entradas el intérprete no pudo venir con nosotros, aunque en un musical no es muy necesario muchas traducciones.
En el intermedio del primer acto después de un gran aplauso puestos en pie de más de diez minutos, salimos a tomar café, cuestión que no pudimos hacer por la cantidad de personas que se abalanzo a la cafetería con la misma intención que nosotros en una cola inmensa. Es mas, cuando aun no se había servido el café y dulces a la mitad de las personas que estaban en la enorme cola, sonó el timbre del teatro para continuar la función.
Después y al finalizar el segundo acto, con algún ronquido por medio por mi parte, de lo relajado que estaba en aquellas butacas milenarias y otro gran aplauso, nos encaminamos al guardarropa a recoger los abrigos. La chica del guardarropa gesticulaba con sus manos para decirnos que no nos lo entregaba. Te acuerdas Concha… Yo con las fichas en la mano diciéndole que si, que nos los entregara que ya había terminado el ballet y nos queríamos ir antes que vinieran los demás, que como en el descanso anterior, se habían encaminado a toda prisa a la cafetería.
Después de varios minutos de discusión gesticular -ya comente antes que el interprete se quedo fuera por falta de entradas- muy a su pesar la chica nos dio los abrigos y cuando ya estamos cerca de la puerta de salida, con gran sorpresa para nosotros, sonó el timbre anunciando el comienzo del tercer acto, así que con abrigos y todo corrimos hacia las esplendidas butacas del Bolshoi para disfrutar del para nosotros sorpresivo tercer acto, pero no por ello menos interesante.
Y aunque parezca irreal esta es la preciosa historia, anécdota, chascarrillo, que de verdad, verdadera, nos ocurrió a dos analfabetos musicales de Madrid en el gran y maravilloso teatro BOLSHOI. En alguna otra ocasión contare otras anécdotas no tan entrañables que también me ocurrieron en la madre patria.
RONTEKY
Una divertida anécdota, y una experiencia para no olvidar, seguro. Gracias por compartirla, siempre es agradable leer a Ronteky. Un abrazo.
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