LEMA DE ESTE BLOG...

LEMA DE ESTA BLOG: ... hay un rayo de sol en la lucha que siempre deja la sombra vencida. (Miguel Hernández)

EL ABUELO PEPE (MI PADRE) FUE FERROVIARIO

Mi padre, Jose Maria Naranjo, en los años 70 del siglo pasado, ejerciendo de Guardagujas en la estacion de Mérida (Extremadura).

El abuelo Pepe, es decir mi padre, nació un caluroso día del mes de julio de 1913 en un bonito, pequeño y blanco pueblo de Extremadura (Esparragalejo) y murió con 84 años, un frío día de diciembre de 1997 en Mérida, capital de la autonomía extremeña y en tiempo de los romanos, cuando aun se llamaba Emérita Augusta, capital de la antigua Lusitania.

El abuelo Pepe, nos contaba -cuando estábamos alrededor del calor de  la lumbre o en la mesa camilla calentados con el brasero de picón- que en su juventud fue labrador del campo extremeño, en concreto se enorgullecía de haber sido segador con jornada interminable, desde que salía hasta que se ponía el sol. Pero como se le daba  bien cocinar, aprovechaba de esa cualidad para escaquearse y hacer la comida para el conjunto de la cuadrilla de segadores. Prácticamente siempre hacia la misma comida: gazpacho y garbanzos cocidos, con su tocinito y su morcilla.

Pero de lo que más disfrutaba era contando historias de la mili y de su reincorporación a la guerra incivil. Recordad que por aquella época a la que me refiero,  años 50, no teníamos ni TV ni radio. Anécdotas y muchas intrahistorias, que darían para un libro... Así que sólo contare alguna de ellas.

Recuerdo cuando nos contó, y aunque estábamos solos en voz muy baja, que cuando comenzó la guerra en julio de 1936,  las autoridades republicanas de su pueblo pusieron en marcha varios frentes para impedir la entrada del ilegal ejercito franquista que había propiciado el golpe de estado contra un gobierno republicano elegido democráticamente en las urnas.

Conjuntamente con un grupo de jóvenes muy bien pertrechados de armas y víveres se fueron a unos kilómetros del pueblo a defenderse de los golpistas en unas zanjas que hicieron ellos mismos. Varias semanas después cuando ya escaseaban las viandas llego mi abuelo Diego para advertirles que no siguieran allí, que el pueblo hacia días que había sido tomado por las tropas insurrectas que habían entrado en el pueblo por otro lado. Así que volvieron al pueblo y se entregaron al ejército golpista. Los encerraron en una especie de cárcel y al mes los perdonaron si se hacían de los suyos. El cien por cien de los jóvenes lo hizo.  Y así fue como mi padre entro en guerra, primero con los republicanos y después en el ejército mal llamado “NACIONAL”.

En la guerra estuvo en el frente de Navalcarnero, (Madrid),  eso sí, de nuevo sus dotes de buen cocinero le hizo aquí también se escaqueara de coger armas, llevando una guerra especialmente tranquila. Años después, cuando ví la película de Berlanga, “La Vaquilla”, recordé mucho a mi padre.

Mi padre una vez finalizada la guerra volvió a su anterior trabajo, jornalero del campo extremeño. En 1941 ingreso en el ferrocarril, de auxiliar de obrero de vías y obras, con un salario de 7 pesetas diarias. Para hacernos una idea de lo que significada ese sueldo, comentaros que en esas fechas solo un litro de aceite de oliva valía cerca de 7 pesetas. Después de pasar por Mozo de Agujas en la estación de Proserpina termino su vida laboral de Guardagujas en Mérida.

En aquellos años cincuenta, recuerdo cosas tales como que durante muchos días, prácticamente la mitad de cada mes, con la comida de medio día: cocido de garbanzos, teníamos para el almuerzo, la cena y el desayuno. Es decir garbanzos en el almuerzo, sopas de garbanzos por la noche y el tocino para las tostadas del desayuno.

Con mi padre Jose Maria y con mi hermano Juan, en los años 50 del siglo pasado, en la estación de Proserpina.

Por mi parte recuerdo que he vivido muchas historias con mi padre y mi familia en general. Al igual que con sus anécdotas, a mi me pasa igual, tengo tantas que no se cuales contar. A ver si os gustan algunas de es

Como el sueldo era poco teníamos animales: cerdos, una cabra y media docena de gallinas. Con esos animales teníamos huevos, leche y la matanza del cerdo (sacrificábamos  uno y vendíamos el otro para comprar otros dos para el año siguiente).

Con la cabra teníamos leche todos los días. Mi padre la ordeñaba a primera hora de la mañana y sacaba cerca de un litro de leche. Pero de golpe la cabra empezó a dejar de dar leche un día si y otro también y mi padre empezaba a blasfemar de lo lindo, con la ”puta” cabra que no daba leche y ya estaba pensando en matarla para hacer chorizos o lo que sea con ella o venderla pues la cabra venga comer y poco producir.

Y entonces tuvimos que intervenir mi hermano Juan y yo para salvar a la cabra, pues realmente lo que pasaba era que nosotros por la noche, antes de acostarnos nos íbamos al corral de la cabra y directamente desde sus ubres a nuestra boca, la ordeñábamos bien ordeñada y bien que dormíamos hartos de leche calentita y claro por la mañana la pobre cabra no tenia leche. Nuestra confesión salvo a la cabra de una muerte segura. 

Como vivíamos en una estación pequeña, Proserpina, en pleno campo,  bastante alejada de cualquier pueblo, íbamos a la compra cada mes en tren a Mérida o en asno prestado a Esparragalejo.

Sobre el asno, recuerdo que al comienzo del año comprábamos un par de cerditos que a lo largo del  año los  cebábamos para la matanza. Vendíamos uno y el otro nos servia para tener embutidos hasta la siguiente temporada. Cuando íbamos a comprarlos mi padre y yo nos montábamos en el burro los dos pero a la vuelta metía mi padre a los dos cerditos en una parte de las alforjas o el serón que llevamos y a mí en la otra parte para hacer contrapeso y él andando tirando del animal. Era raro el año que yo y los cerditos no salíamos rodando o tenía que gritar cuando estaba a punto de caerme del serón. Las alforjas eran algo más seguras.

Años después, tenia yo entonces 12 años, nos vinimos a vivir a Mérida, con motivo de un ascenso de mi padre, de Mozo de agujas a Guardagujas y recuerdo también muchas anécdotas e historias.

Esta es una que no se me olvidara en la vida: trabajaba mi padre en el turno de mañana en la estación de RENFE. Salía a las dos de la tarde y por tanto debería de estar en casa, mas menos, sobre las dos y media o las tres como mucho. Pues bien eran las tres y media y aun no había llegado, así que ha requerimiento de mi madre nos fuimos mi hermano y yo en busca de mi padre para ver si le había pasado algo.

Hacia un calor de órdago e íbamos mirando por todos los lugares por donde acostumbraba pasar, pues casi siempre se venia andando. A la mitad del camino vimos lo que le había pasado. Su culo se encontraba incrustado en una especie de pozo de cemento del que era incapaz de salir. Entre mi hermano y yo lo sacamos de allí y nos fuimos para casa agarrados del brazo, pues ese día la estabilidad física de mi padre era bastante insegura.

El abuelo Pepe, es decir mi padre, era de los que se bebía una cerveza o un vino pero nada más. Aquel día se había pasado un rato. Esa situación  a ojos de un niño como yo, no habría cumplido los 13 años, me impacto. Seguramente algunas veces habría bebido dos copas o mas, pero nunca se lo note, pero que apenas se pudiera tener en pie fue muy fuerte para mi. Desde entonces cuando veo un borracho, ni me rió ni me enfado, solo me da una enorme lastima y mucha pena.

En fin, en estas fechas que va a cumplirse 102 años de su nacimiento y a 18 de su muerte, me gusta recordar a mi padre con esas ganas de aprender y de que sus hijos fueran algo en la vida, aunque para ello tuviera que trabajar de sol a sol y llevar la cesta de mimbre de ferroviario, casi vacía cuando iba al trabajo y casi siempre llena cuando volvía.

Gracias papa y mama, por lo que nos enseñasteis y los valores que nos transmitisteis. Abuelo Pepe para tus nueras, nietos, nietas  y tus biznietos. Se que estarás por ahí observándonos  y seguro orgulloso de tu familia. Un abrazo  y descansa en paz que siempre estarás con nosotros. Hasta siempre abuelo Pepe. Te queremos!!

Francisco Naranjo Llanos, director Fundacion Abogados de Atocha y sindicalista de CCOO.

P.D.- Este articulo tambien esta publicado en el diario digital Madridiario.es en el apartado de OPINION


13 comentarios:

  1. Lo he leído y me has emocionado, es precioso y lleno de sentimientos. Cuentas la historia sin grandes pretensiones, de forma sencilla y emotiva.

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  2. Hola, como nieta mayor yo le puse abuelo Pepe, para mi era muy difícil José María. También me gustado mucho la foto y todo. Muchos besos

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  3. Rufino Navarro Perera9 de julio de 2015, 0:09

    Muy entrañable Paco, con este pequeño homenaje a tu Padre, estas haciendo un reconocimiento a todos aquellos ferroviarios que dedicaron su vida al ffcc.

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  4. Mi tio Jose como lo recuerdo y que gran hombre era. Que bonita foto

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  5. Gracias por explicarnos esos sentimientos tan llenos de compromiso solidarios de vivencias familiares de lucha y de humidad.


    Un saludo fraternal

    Salvador Seliva

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  6. Este homenaje a tú padre, puede ser otro para el mí, nacido en el 1913, ferroviariario desde el año 1932, en MZA.., con destinos varios: Madrid-Cáceres-Mérida-Badajoz, material movil.., guerra, postguerra.., sueldos escasos, extraperlo con cafe.., garnachas,, y un largo ecetera..
    Aquéllos ferroviarios, de izquierdas muchos, derechas mixtos.,y falangistas las élites.
    Mi respeto y consideración
    Valentin Rodriguez.

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  7. rectifico: quiero decir, " puede ser otro para el mío".

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    1. Gracias Valentín por tus palabras. Comentarios como el tuyo me hacen continuar escribiendo historias de mi infancia. Un abrazo !!

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  8. Gracias por vuestros cariñosos comentarios. De todos ellos aprendo. Un abrazo a todos !!

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  9. No conocí a tu padre.pero conociendo a todos vosotros se que tuvo que ser un hombre maravilloso Tu hermano Juan que es mi tío político es un buen ejemplo de esta familia.
    Felicidades por esta maravillosa familia

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  10. Bonito y entrañable artículo sobre tu padre, expresado con mucha naturalidad y transmitiendo una gran ternura hacia él.
    Espero que algún día te decidas a escribir ese libro que tanto hemos comentado en estos años, creo que lo harías muy bien, comunicas las cosas con sencillez, cariño y en un lenguaje que cualquiera puede entender (como decía nuestra buena amiga Pilar Blanco).

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  11. Los que hemos nacido y vivido, algunos años, en un pueblo (Utrera) nos sentimos identificado con tus vivencias y con el abuelo Paco. Artículo como el tuyo nos hace valorar nuestra lucha continua

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